Alrededor de 2.000 muñecas realistas de silicona son vendidas al año en Japón con precios que pueden rondar los 600.000 yenes (cerca de 5.000 euros). Todas ellas vienen con dedos adaptables, las posibilidad de cambiarle la cabeza e incluso con genitales.

Son muy populares entre gente con minusvalías, para viudos o incluso fetichistas del cuerpo humano y los maniquíes, pero sobre todo, muchos las usan para recuperarse de una ruptura sentimental o un bache dentro de la pareja.

En la siguiente galería podemos ver algunos ejemplos.

Fuente: JapanToday

Imágenes: AFP 

‘Es el amor de mi vida’

Cuando la chispa del amor se apagó en el matrimonio del fisioterapeuta Masayuki Ozaki, de 45 años, la única solución que vio en el horizonte fue comprarse una muñeca de silicona hecha a su medida.

Se llama Mayu y vive bajo el mismo techo que su esposa (con la que no se relaciona) y su hija adolescente: “Después de que mi mujer diera a luz, dejamos de practicar el sexo y me sentía muy hundido y solo. Pero en el momento que vi a Mayu en la tienda, fue amor a primera vista”.

‘Mi hija usa ahora la ropa de Mayu’

Ozaki tiene citas románticas con su muñeca, la saca a pasear en su silla de ruedas y la viste con diferentes pelucas, joyas y ropa sexy: “Mi mujer estaba furiosa cuando traje a Mayu por primera vez, pero ahora lo lleva bien. En cuanto a mi hija, cuando vio que no se trataba de una Barbie gigante se asustó, pero ahora incluso utiliza parte de la ropa de Mayu”. 

‘Quiero que me entierren con ella’

Ozaki no comulga ahora con una tradicional relación con otro ser humano: “Las mujeres japonesas son muy frías y egoístas. Los hombres queremos a alguien que nos escuche, sin discutir cuando llegamos a casa del trabajo. Sean cuales sean mis problemas, Mayu está siempre esperándome. La quiero mucho y quiero estar con ella para siempre. Me gustaría que me enterrasen a su lado y llevarla al cielo conmigo”.

La empresa encargada de hacer estas muñecas en Japón, Orient Industry, apunta que al resultar tan reales y tener un tacto tan parecido al de la piel humana, ha hecho que muchos ciudadanos las compren, porque sienten que pueden conectar de verdad con ellas. 

‘No volveré a tener una cita con una mujer’

Senji Nakajima tiene 62 años y le encanta bañar a su muñeca Saori en la bañera. Tal es el amor que siente por ella que ha colgado fotos suyas por toda la casa y presume de ella en la calle: “Mi corazón revolotea cuando llego a casa y está Saori. No volveré a tener una cita con otra mujer real en la vida, no tienen corazón”.

‘No quiero volver con mi mujer’

Padre de dos hijos, Nakajima está separado de su mujer, la cual no acepta esta nueva vida que tiene con su muñeca. Él mismo asegura que cree imposible una reconciliación con la que fue su esposa: “No podría tomar un baño con Saori o acurrucarme con ella para ver la televisión. No quiero romper lo que hay entre nosotros. Ni siquiera me planteo engañarla con una prostituta. Para mí, ella es humana”. 

‘Es como otras aficiones’

Yoshitaka Hyodo tiene claro que tener su colección de muñecas de silicona le hace sentir mucho mejor: «Es menos estresante y se quejan mucho menos que las mujeres», asegura este blogger de 43 años que tiene en su casa hasta 10 réplicas de mujeres, muchas de las cuales van vestidas de uniforme militar o colegialas, con las que le gusta fantasear. 

«Hay mucha gente que pensará que soy raro, pero no es una afición tan diferente como coleccionar coches de carreras. No sé cuánto me habré gastado hasta ahora, pero seguro que es más barato que un Lamborghini», añade.