Cabezas hechas a mano de la Alexander Doll Company

Fundada en 1923, fue la primera en fabricar muñecas de colección. Su primer modelo se inspiró en Scarlet O’Hara, de Lo que el viento se llevó.

El valor de la nostalgia

La primera Barbie se vendió en 1959 por unos 3 dólares de entonces. Recientemente se han pagado por ella más de 25.000 euros. Pero no es la más cara.

Con faldas y a lo loco

No se trata de un homenaje a Marilyn Monroe, sino a la muñeca, realizado en Bolonia (Italia) el año pasado, bajo el título Barbie, the Icon.

¿Siempre rubias?

Escultura creada con cientos de muñecas en el festival  australiano Sculpture by the Sea. Pese a la apariencia, hay  Barbies de 50 nacionalidades diferentes.

Sin pasaporte

En 2012, la artista Sabine Reyer expuso cien Barbies con nicabs en la muestra Sheltered Position. Mattel lanzó  una colección de muñecas con burka diseñadas por la italiana Eliana Lorena.

Polémica ardiente

Una de las mayores críticas que FEMEN hace sobre ellas es que sus proporciones equivalen a 96-45-83 cm y su peso a 49 kilos. Para PETA es un ejemplo, ya que nunca usó pieles.

De exposición

El diseño que viste esta Barbie, hecho para la cantante Cher, forma parte de la colección de 437 que componen la exposición Barbie, más allá de la muñeca, que ha comenzado en la Fundación Canal.

Snack Barbie

Es una reflexión del italiano Francesco De Molfetta sobre la dieta de la muñeca. Este artista ha hecho series similares con Batman o Darth Vader.

Una moda nada pasajera

La cantidad de tela usada para vestir a las Barbies alcanza los 100 millones de metros. Y en sus diseños han colaborado Gucci, Versace, Dolce & Gabana o Givenchy.

Cuestión de fe

Los artistas Emiliano Paolini y Marianela Perelli, junto a una Virgen Barbie de su muestra Barbie, la religión de plástico.

En la lucha contra el cáncer

En 2013, Mattel lanzó una colección de Barbies rapadas para apoyar a los niños con cáncer que pierden su cabello durante el tratamiento.

Barbie Juana de Arco

Una manifestante de FEMEN con el eslogan La vida plástica no es fantástica escrito en el torso, en una exhibición que recreaba la casa de la muñeca a tamaño natural, en Berlín.