Tiene su pareja de novios en pose tierna, el erguido padrino, el solemne oficiante, los invitados de punta en blanco… y una caja de cristal que los encierra a todos. Desde la flor en la solapa de los caballeros hasta la ropa interior con puntillas de las emperifolladas damas, a esta ceremonia no le falta detalle. Todo rezuma la cursi solemnidad de la Inglaterra victoriana que la vio nacer. Tan cursi como siniestra, si pensamos que sus actores no son peluches, sino auténticos cachorros de gato disecados.
Enmarcada en su urna, La Boda de los Gatitos constituye uno de los más famosos dioramas del taxidermista británico Walter Potter (1835-1918). Aunque se ganaba la vida con trabajos convencionales en su pequeña localidad de Bramber (Reino Unido), alcanzó fama internacional por las composiciones de animales imitando actividades humanas que realizaba por afición: conejos en pupitres de escuela, el cortejo fúnebre de un petirrojo, ratas policía registrando una madriguera, cobayas entregadas al cricket o esta extravagante ceremonia nupcial.

El público de su época visitó encantado el museo que estableció en su pueblo, pero una mayor conciencia de los derechos de los animales fue restando afluencia a la exposición durante las últimas décadas. En 2003 se celebró una subasta que repartiría las obras de Potter entre coleccionistas de todo el mundo.

Sin embargo, su trabajo sigue despertando algunas pasiones. Estas imágenes corresponden al libro El curioso mundo de la taxidermia de Walter Potter, publicado en 2013 por Pat Morris y Joanna Ebenstein. Como directora creativa del Museo de Anatomía Macabra de Brooklyn (Estados Unidos), esta última ha querido exponer ahora las nupcias gatunas  para que sus compatriotas puedan admirarlas en directo. Para costear los gastos de transporte y seguro, abrió una campaña de financiación popular en el portal Kickstarter y en cuestión de un mes consiguió 5.947 dólares, casi mil más de los necesarios. Gracias al apoyo de otros morbosos, la boda podrá contemplarse en su museo hasta el próximo 6 de noviembre.  Pero tú ya la tienes en nuestras páginas.

Lo que ha unido la muerte…

Los granjeros del pueblo ofrecían al artesano los protagonistas necesarios para sus dioramas. No han llegado testimonios sobre el fin de sus vidas. 

Espíritu de la época

Los contemporáneos de Potter podían leer en las guías de manualidades cómo disecar pequeños animales.

La boda dentro de una urna

Un total de 18 cachorros de gato fueron «invitados» a esta boda. En 2003, se llegaron a pagar 21.150 libras por la obra.

El Museo Bramber

Se inició en el pub de los padres de Potter y cambió dos veces de ubicación en vida de este.

Walter Potter

El británico decidió inmortalizar el cuerpo de su canario a los quince años. Aquí, hace lo propio con un gavilán.