Una de las imágenes más características de Hong Kong, ha sido durante mucho tiempo la de varios miles de sampanes, las tradicionales embarcaciones chinas, ancladas en la bahía de los distritos de Aberdeen y Causebay Way, formando una auténtica ciudad flotante. Esas naves estaban habitadas por pescadores y gente sin recursos, que no podían permitirse el lujo de adquirir una habitación en la que dormir.

Esta villa acuática se convirtió en una de las imágenes más evidentes de la desigualdad social, ya que su miseria contrastaba con la cada vez mayor opulencia del resto de la ciudad. El récord de habitantes alcanzó su pico en los años 60, cuando se estimó que más de 150.000 personas vivían en aquellos sampanes. Desde los años 80 se iniciaron medidas sociales para tratar de integrar a los miembros de aquella comunidad y, en la década de 1990, la cifra se había reducido a 40.000.

Actualmente, solo quedan unos pocos miles de personas viviendo en esas condiciones. La mayoría son ancianos que se resisten a abandonar lo que (aunque cuesten creerlo) consideran su hogar. Y de hecho, lo fue durante toda su vida.

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