¡Focos y acción! El británico Levon Biss estaba acostumbrado a desplegar su genio fotográfico para las celebridades del mundo deportivo. Su objetivo y su visión para la perspectiva y el gesto únicos, característicos, capturaban poses, músculos y rostros dignos de la portada del TIME o de reportajes de varias páginas en las más prestigiosas revistas. Tal excelencia se deriva de muchos años de estudio y experimentación combinando técnicas de enfoque, iluminación y tratamiento de la imagen. ¿Por qué dedicarlas exclusivamente a los atletas y a las grandes producciones publicitarias que le llevan de un rincón a otro del mundo?

La necesidad de elegir ejemplares curiosos y limpios descartó el 99 % de la colección de Oxford 

“Necesitaba un trabajo que estuviera ahí siempre al volver a casa y que no requiriera mucho espacio, algo pequeño”, explica en su página de Vimeo. Por ejemplo, los bichitos que su hijo le ofreció tras una tarde de juego en su jardín. Empezó a experimentar con ellos y, al otro lado de la lente microscópica, descubrió un mundo tan desafiante como sugerente. Seguro que había animales mucho más exóticos que aquellos del botín infantil. Y seguro que su pericia podía desvelarlos en una apariencia desconocida, quién sabía si incluso útil. Animado por sus resultados, se dirigió a la segunda mayor colección de insectos del Reino Unido –la del Museo de Historia Natural de Oxford– con unas cuantas muestras de su trabajo bajo el brazo.

Modelos con selección exclusiva

El doctor James Hogan no cabía en sí de asombro ante aquellas alas, antenas y patas que no perdían un ápice de resolución por mucho que las ampliase. El entomólogo del museo se mostró encantado con la idea de retratar así parte de su colección. Su interés trascendía la estética: “Se cree que las estructuras microscópicas alteran las propiedades de la superficie de un insecto de varias formas: para reflejar la luz, repeler el agua o atrapar aire. El proceso evolutivo de selección natural sería responsable de toda esta maravillosa diversidad de microestructuras, pero en muchas especies aún se desconoce cuál es su función adaptativa específica”, explica. El trabajo de Biss podía desplegar ese micromundo ante la vista del público e inspirar preguntas aún por responder. Por eso, Hogan no tuvo empacho en seleccionar para él los especímenes adecuados. Debían ser interesantes para la ciencia, diversos, coloridos, curiosos, de tamaño adecuado y, sobre todo, limpios, lo que dejaba fuera el 99% de los fondos del museo.

Biss se los llevó a casa y los sometió a su minucioso proceso de retratado. Distinguió unas 30 secciones corporales por criatura y estableció una iluminación diferente para cada una de ellas, según lo que pedían las texturas y contornos microscópicos. Un solo insecto pudo requerir hasta 10.000 tomas, que luego fueron procesadas por ordenador en más de dos semanas. Una vez tratadas las imágenes, las imprimió en lienzos de tres metros de ancho. Los veinticinco que pueden contemplarse en la exposición Microescultura en el Museo de Historia Natural de Oxford, a donde han regresado también sus protagonistas, que se exhiben en pequeñas vitrinas junto a ellos. Aquí puedes admirarlos, junto a lo que el doctor Hogan cuenta de cada uno de ellos.

Sí, es todo uno

Los membrácidos suelen tener un apéndice hueco y grande que simula hojas, espinas u otros insectos. Aquí se ve claramente cómo sale del tórax, en tonos que parecen gritar: ¡cuidado!

Camuflaje

El verde irisado del agresivo escarabajo tigre logra que se confunda con las hojas de la selva. De cerca, su superficie está plagada de una minired de oquedades que multiplican los matices de color.

Mr. Universo

En el reino de los escarabajos, el Helictopleurus splendidicollis se lleva la palma de la majestuosidad. Y el instinto de supervivencia. Al extinguirse los grandes animales de Madagascar, cambió su dieta de estiércol por la de carroña.

Impostora

Las moscas del género Cerioides imitan a las peligrosas avispas Synoeca gracias a su estrecha cintura, las alas oscuras, antenas más largas y menos pelo en el cuerpo. 

Paciencia y precisión

Una vez fijado el modelo, Biss programa los puntos focales más cercano y más lejano en una cámara que se desliza sola entre ambos por un raíl. Va sacando  automáticamente una foto cada 10 micras (la  séptima parte del grosor de un cabello humano).

¡Luces!

Las claridad del resultado depende en gran parte de una precisa técnica de iluminación, acorde al tamaño de los animales. 

Pulcritud

La enorme resolución convertiría en pedrusco cualquier mota de polvo. Por eso hace falta un buen atusado.

Tecnología

Para fundir la infinidad de tomas en una sola imagen  es necesario un complejo proceso de tratamiento digital.