Con motivo del estreno de un nuevo reality show titulado Quiero ser monja, hemos preparado esta galería de grandes actrices que también vistieron hábitos para interpretar a unas monjas de lo más peculiares. Desde las que conducen un citroen, hasta las que cultivan marihuana.

Ingrid Bergman en Las campanas de Santa María (1945)

Una película sencillamente maravillosa dirigida por el gran Leo McCarey. Cuenta la velada historia de amor entre un sacerdote (Bing crosby) y una hermosa monja encarnada por Ingrid Bergman. Un filme sutil y delicado, a medio camino entre la espiritualidad y la comedia costumbrista, sin concesiones al melodrama desaforado ni al sentimentalismo facilón.

Sor Gracita Morales en Sor Citroen (1968)

La monja más dicharachera y motorizada del cine español. El terror de los guardias urbanos, y un auténtico peligro para cualquiera que trate de cruzar un paso de cebra. Y cuando La hermana Rafaela Aparicio va de copiloto, el peligro se hace aún mayor.

Shilery MacLaine en Dos mulas y una mujer (1970)

La hermana Sarah (Shirley MacLaine) es salvada in extremis de ser violada en el desierto mexicano por Clint Eastwood, un mercenario estadounidenses que ayuda a los rebeldes juaristas a luchar contra los ocupantes franceses.

Clint y Shirley viven una auténtica guerra de sexos en esta magnífica comedia de aventuras, en la que el héroe cabará descubriendo que, en realidad, la supuesta hermana de monja no tiene nada, y que es una ex prostituta que viaja disfrazada por todo México.

Silvia Pinal en Viridiana (1962)

La protagonista de esta obra maestra de Luis Buñuel nunca llegó a¡ hacer sus votos, y se quedó en simple novicia. Viridiana abandona el convento para ir a cuidar a su tío, Fernando Rey, un aristócrata decadente y con extraños fetichismos sexuales.

Ella, presa de una fiebre caritativa, trata de ayudar a los más necesitados y convierte la mansión familiar en un albergue para mendigos. Pero, tan buena acción, acabará con una blesfema orgía organizada por los ingratos desposeídos que, además de parodiar la última cena, intentarán violarla.

Al final, Viridiana, desencantada, acabará jugando al tute y haciendo un trío con su primo, Parco Rabal, y el ama de llaves, Margarita Lozano.

Ana Karina en La religiosa (1966)

Adaptación a cargo del gran Jacques Rivette, de la célebre novela de Diderot, sobre una monja enfrentada a la férrea disciplina del convento, y acusada de estar endemoniada.

Meg Tilly en Agnes de Dios (1984)

El misticismo puede conducir a la locura, como le sucede a la joven monja en torno a la cuál gira la acción de este filme de Norman Jewison.

La hermana es arrestada después de haber asesinado a un bebé al que acababa de alumbrar. Ella asegura que fue concebida por el Espíritu Santo, pero lógicamente, nadie la cree.

Una psiquiatra interpretada por Jane Fonda, y la madre superiora, encarnada por Anne Bancroft, tratan de descubrir si la monja infanticida es realmente una desequilibrada o si, simplemente, está fingiendo.

Sara Montiel en Esa mujer (1969)

A la hermana Sara la violan los nativos mientras está en las misiones, y da a luz a un hijo. Traumatizada por esa experiencia, deja el convento y va dando tumbos por la vida hasta acabar convertida en una célebre cantante de cabaret. Solo nuestra inconmensurable Saritísima podía hacer créible un dramón así.

Audrey Hepburn en Historia de una monja (1959)

La gran Audrey estaba guapa con cualquier cosa. Incluso con los hábitos. Pero, pese a su glamurosa imagen, esta película de frívola no tiene nada. Puede ser uno de los mejores filmes sobre la vida cotidiana de una religiosa que se han realizado nunca.

El personaje de Audrey viaja a África a trabajar como enfermera en un hospital, se siente atraída por un médico interpretado por Peter Finch, y acaba colgando los habítos tras descubrir que es incapaz de perdonar y reprimir su odio contra los nazis que han fusilado a su padre.

Deborah Kerr en Narciso negro (1947)

Impresionante película de Michael Powell sobre una comunidad de religiosas que abren una misión en el Himalaya. El choque de culturas y la sexualidad reprimida, son los dos ejes sobre los que gira este fascinante filme, que resulta imposible clasificar con etiquetas fáciles.

Carmen maura en Entre tinieblas (1983)

Un convento imaginado por Pedro Almodóvar no podía ser como cualquier otro. En Entre tinieblas, nos muestra las interioridades de una singular hermandad religiosa, Las Redentoras humilladas, cuyas integrantes tienen nombres de lo más peculaires: Sor Víbora, Sor Rata de Callejón, Sor Estiercol…

Un grupo de singulares monjas que cultivan marihuana, amaestran tigres y escriben best sellers con seudónimo.

Anita Ekberg en La monja homicida (1979)

La voluptuosa actriz sueca será siemrpe recordada por dos papeles. El que encarna en La dolce vita, y el de esta monja morfinómana, asesina de ancianos y enganchada sexualmente a Joe D´Allessandro.