La policía de Hong Kong recibió decenas de llamadas de personas alarmadas por la presencia de extrañas figuras humanas que parecían estar acechantes en las azoteas de varios edificios. El misterio no tardó en resolverse, y las figuras resultaron ser unas esculturas instaladas por el artista británico Anthony Gormley. En total se trata de veintisiete figuras fabricadas con fibra de vidrio e instaladas en algunos de los lugares más estratégicos de la ciudad. Dan la sensación de estar vigilantes y, a su vez, son fáiclmente distinguibles en el peculiar horizonte de esta inigualable metrópoli.