Cuando en 1984 se estrenó una modesta película de ciencia ficción titulada Terminator, ni siquiera su productor y su protagonista (James Cameron y Arnold Schwarzenegger) eran conscientes de que acababa de nacer un pequeño mito del género. Ahora llega a las pantallas la quinta entrega de esta saga, Terminator Genisys y la verdad es que ya queda muy poco del espíritu de la cinta original.
La primera Terminator era una película de bajo presupuesto (lindante con la serie B), oscura, seca e impregada de una violencia deasosegadora, que hacía del ingenio y la imaginación sus principales virtudes. En cambio, las posteriores secuelas eran filmes rebosantes de medios y dirigidos al público familiar en los que incluso el personaje de Schwarzenegger, que originariamente era un máquina de matar implacable y despiadada al servicio del mal absoluto, se pasó al lado de los buenos.
Tras una cuarta entrega, en la que el actor austríaco ni siquiera aparecía, Arnold vuelve a meterse en “la piel” (es un decir) de uno de los personajes que le catapultó a la fama. La nueva película es lo que los americanos llaman un reboot, un intento de retomar la saga desde su origen dándole otra orientación. Se ha hecho con Star Trek, los X-Men… Y ahora le toca el turno a la criatura engendrada por James Cameron. Aunque en su caso, Terminator cuenta con la ventaja de que las historias basadas en las paradojas de los viajes en el tiempo admiten cualquier modificación en su ADN argumental sin resultar incongruentes.
Seguro que no será tan buena como la primera, pero los amantes del género podrán disfrutar de un auténtico festín de acción y efectos especiales.
