Las noticias que nos llegan de Grecia en los últimos meses no suelen ser buenas. Pero la cruda realidad económica y política no debería hacernos olvidar que el país heleno sigue gozando de una gran riqueza cultural, aunque no sea muy conocida fuera de sus fronteras. Por ejemplo, ¿alguien conoce algún especialista en cine griego? La verdad es que dejando al margen las películas de Theo Angelopoulos, el cineasta heleno más prestigioso, poco se sabe de la cinematografía de aquel país. Aquí no vamos a pretender dar la impresión de que la conocemos mejor que nadie, pues no sería cierto. Pero si es verdad que en esta redacción hemos visto un puñado de películas griegas y, con ellas, confeccionamos esta pequeña lisa que puede servir como un primer acercamiento al cine de dicho país. En ella hay de todo, desde filmes de autor hasta películas de horror extremo. Un «mejunje» que nos da la idea de lo inclasificable que resulta la cinematografía de la patria de Melina Mercouri

Madalena (1960)

La más conocida (o lo que es lo mismo, la única que hemos visto) de todas las películas que protagonizó Aliki Vougiouklali, la actriz y cantante griega más querida por sus compatriotas. Podríamos definirla como una especie de Marisol ya crecididta, que rodaba comedias rosas y buenrrollistas. De hecho, esta película no se diferencia demasiado en tono y argumento de Tómbola o Un rayo de luz.

Nunca en domingo (1960)

En los años 60, el cine griego inició una serie de producciones ambiciosas destinadas a conquistar el mercado internacional. La más célebre de todas fue Zorba el griego, dirigida por Michael Cacoyannis y protagonizada por Anthony Quinn.

Pero, en este caso, he preferido destacar la que nos ocupa. Se trata de una deliciosa comedia (con trasfondo amargo) dirigida y protagonizada por el estadounidense Jules Dassin, exiliado de su país tras la Caza de Brujas del senador McArthy.

Dassin interpreta a un intelectual americano de izquierda que se instala en Atenas, donde inicia una relación con una vitalista prostituta encarnada por la gran Melina Mercouri (futura Ministra de Cultura del país). Él tratará de hacer que ella descubra el placer de la cultura, aunque la chica se troncha de risa con tragedias tan excesivas como Medea.

Al final, será ella quien transforme el espíritu del intelectual, descubriéndole el puro placer de vivir.

Cuerno de cabra (1972)

Hasta la aparición de Theo Angelopopulos, esta fue la película más conocida y prestigiosa a nivel internacional del cine griego. Una cinta que fue una proyectada de forma habitual en los añejos cines de Arte y Ensayo.

Dirigido por Metodi Andonov, el filme cuenta la violación y asesinato de una campesina helena a manos de un grupo de jenízaros turcos. Su hija, decide vengar su muerte y busca a su verdugos prostituyéndose por las diversas guarniciones hasta dar con ellos, para luego eliminarles con un cuchillo fabricado con el cuerno de una cabra.

Un filme seco y aspero, que deja una huella imborrable en la memoria.

Island of the death (1975)

Terror a la griega, servido por el director Nico Mastorakis. Esta película se hizo bastante popular en la década de los 80, después de que los censores ingleses la incluyeran en la lista de las Nasty movies, que contenía las que supuestamente son las 100 películas más desagradables y turbadoras jamás rodadas.

Lo cierto es que Island of death noi es demasiado sangrienta, ya que el gore es casi inexistente. Pero, aún así resulta bastante turbadora; más por lo que sugiere que por lo que muestra. Se trata de un cóctel que mezcla crímenes, drogas y perversión sexual, en torno a las figuras de dos hermanos que mantienen una relación incestuosa y que liquidan sin pestañear a todo el que trata de meterse en medio.

Es un filme amoral, con esa estética sucia típica de las películas de serie B de los años 70 (muy especialmente las europeas) Y es precisamente esa estética «dirty», con su fotografía abundante en grano, la que ayuda a conferirle a la película esa atmósfera tan inquietante y desasosegadora de la que hace gala.

La mirada de Ulises (1995)

Como ya hemos dicho, Theo Angelopoulos ha sido el cineasta heleno más reconocido en todo el mundo (se podría citar también a Costa-Gavras, pero este desarrolló toda su carrera fuera de su país). Cualquier película de su interesante filmografía podría haber sido destacada. Pero si he elegido esta ha sido porque me parece una de las mejores.

Harvey Keitel interpreta a un director de cine que emprende un viaje desde Grecia, y que le llevará a recorrer todos Los Balcanes, buscando las primitivas cintas de dos pioneros del cine, una especie de hermanos Lumiere en versión helena. Un viaje, que como el de Ulises, es un intento de vovler a las raíces, de recuperar la inocencia de la «primera mirada» (cinematográfica en este caso).

La mirada de Ulises es un filme de imágenes bellísimas e inolvidables, pero también un desolador retrato del drama balcánico (Sarajevo y la guerra de la antigua Yugoslavia están bien presentes en el filme), y encierra un mensaje un tanto fatalista: esa «primera mirada» a la que aludíamos, se revela finalmente como irrecuperable.

Loufa kai parallagi (1984)

La película más taquillera de la historia del cine griego. Una comedia desmadrada de ambiente militar que intentaba copiar o versionear a la célebre MASH de Robert Altman. La originalidad es que está ambientada durante la llamada Dictadura de los Coroneles, y que narra como fue aquel régimen a través del día a día de un grupo de soldados que no comulgan demasiado con las ideas de sus superiores.

Singapore Sling (1990)

Si hay un filme griego de culto en el mundillo friki,es este. Una extrañísima mezcla de cine negro, comedia, película de teror y cinta erótica. En ella, un detective privado es secuestrado por dos mujeres (madre e hija) que le someten a una contínua humillación.

Decir que Singapore sling es una película perversa es quedarse corto. Desde el incesto al canibalismo, no hay una sola depravación que no aparezca en esta película. Es desasosegadora e incómoda, pero también extrañamente elegante. Y el hecho de que esté rodada en blanco y negro hace que sus imágenes más crudas resulten soportables.

Canino (2009)

Yorgos Lanthimos es el nuevo chico de oro del cine griego, descubierto a nivel internacional con Canino, una de las películas más perturbadoras de los últimos años, y una de esas cintas que no dejan indiferente a nadie.

La película es una extraña y cruel parábola, sobre un industrial que tiene a su familia confinada en el interior de su casa. Sus tres hijos (dos chicas y un chico) tienen completamente prohibido salir al exterior, y sus padres les engañan enseñándoles conceptos distorsionados: por ejemplo, un zombi es una flor, y morir es darse un beso.

Tan solo una joven que trabaja como guardia de segurida en la fábrica del padre tiene permitido acceder a esa vivienda. Pero, un día, la chica les hace un curioso regalo a los hijos, un objeto que despertará su curiosidad y subvertirá el orden establecido, haciendo que uno de los tres vástagos se plantee fugarse del hogar-prisión.

Con ecos del Teorema de Pasolini o de El ángel extemriandor de Buñuel, Canino es un filme que se cuestiona el orden social y familiar de forma cínica, y que plantea la imposibilidad de aislarse de la realidad, por dura que parezca, mediante el autoengaño y la mentira.