Durante décadas, el tópico popular ha vinculado el amor y el sentimiento romántico con lo femenino, y ha relegado la pasión masculina al terreno de lo puramente sexual, de lo frívolo y de lo inmediato. Se afirma que los hombres se sienten más atraídos y cautivados por un físico femenino hermoso que por otras cualidades… Pero las últimas investigaciones nos demuestran que, si bien una parte del tópico parece ser cierta, otra salta completamente en pedazos. Y descubrimos que los hombres son más enamoradizos, que son ellos quienes suelen decir antes el dichoso “te quiero”, y que incluso sufren cambios hormonales cuando ven una película “pastelosa” mientras están bajo los efectos de los dardos de Cupido. Y espero que vosotros, los lectores, me perdonéis la cursilería, pero es que no sé qué me pasa cuando me pongo a hablar de amor…

El romance comienza con un simple vistazo

Era un secreto a voces: siempre se ha dicho que los hombres se enamoran por los ojos. Y no solo parece ser cierto, sino que incluso los científicos acaban de medir cuánto tarda el corazón masculino en caer cautivo ante los encantos de una fémina tras el primer contacto visual: exactamente 8,2 segundos.

Así lo demuestran los resultados de un estudio realizado en la International Academy of Sex Research. Los investigadores estudiaron cómo 115 voluntarios masculinos interactuaban con diversas compañeras femeninas y observaron que si el tiempo que dedicaban a examinarlas con la miraba era de solo cuatro segundos (o escasamente superior), significaba que no estaban interesados en ella, o al menos, que no habían quedado muy impresionados. Pero si superaban la barrera de los 8,2 segundos, indicaba que habían caído víctimas del enamoramiento. “Si eso no es amor a primera vista, desde luego se parece mucho”, afirma K. J. Zucker, director del estudio. Curiosamente, cuando repitieron el experimento con voluntarias femeninas, vieron que a ellas no les ocurría lo mismo. Dedicaban el mismo tiempo a examinar a los hombres, estuvieran o no interesadas en ellos.

Los varones tienen una mayor propensión a malinterpretar las supuestas señales de interés que les envía el sexo opuesto

Helen Fisher, profesora en el departamento de Antropología de la Universidad Rutgers de Nueva York y conocida entre sus compañeros de profesión como la “antropóloga del amor” por los más de treinta años que lleva dedicada a su estudio, está convencida de que existe una base biológica para que los hombres sucumban más deprisa a los síntomas del enamoramiento que las mujeres. La investigadora lleva años midiendo la actividad cerebral de las personas enamoradas mediante técnicas de neuroimagen (tomografías y resonancias magnéticas funcionales), y ha llegado a la conclusión de que: “A las mujeres y los hombres no les gusta lo mismo, ni actúan igual; aunque cuando se enamoran, el mecanismo cerebral funciona del mismo modo. No obstante, existe una única, pero esencial, diferencia”.

Y esa diferencia sustancial es que en el cerebro de los varones se detecta una mayor actividad en las zonas relacionadas con los estímulos visuales, mientras que en el de las mujeres sucede lo mismo pero en la vinculada con los recuerdos. Para Helen Fisher, esta diferencia se debe a que: “Durante millones de años, el hombre ha tenido que mirar bien a la mujer y tomarle la medida para ver si ella le daría un niño saludable. Pero, por el contrario, a las mujeres no nos basta con un simple vistazo para saber si un hombre va a ser un buen padre o esposo. Para llegar a esa conclusión tiene que recordar, y comparar forzosamente al sujeto de su interés con otros modelos masculinos que tiene almacenados en la memoria. Por eso, generalmente ellas necesitan más tiempo que ellos para sentir los efectos del enamoramiento.” Siguiendo con el tópico, siempre se ha tendido a creer que las mujeres son las primeras en declarar su amor, y que esa precipitación asusta a los hombres. Pero la realidad parece completamente opuesta a dicha creencia. Según se deduce de una investigación realizada por Josh Ackerman, psicólogo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y cuyos resultados se publicaron en The Journal of Personality and Social Psychology, ellos son los primeros en pronunciar el célebre “te quiero”.

Según los datos del estudio, en el 70% de las parejas que tomaron parte había sido el varón el primero en declarar sus sentimientos. A partir de esta conclusión inicial, los investigadores realizaron otras no menos curiosas. “Si la pareja aún no había tenido relaciones sexuales, el 80% de las mujeres pensaba que ese ‘te quiero’ era una estratagema masculina para llevarlas a la cama”, explica el director del estudio. “Pero incluso entre aquellas que ya habían tenido sexo”, prosigue el experto, “ellos se declaraban en un plazo inferior a un mes, mientras que ellas tardaban de media entre dos y tres antes de confesar sus sentimientos”.

Un cortejo equivocado

Suele decirse que la prisa nunca es buena consejera para nada, y esta verdad comúnmente aceptada también parece aplicarse en el terreno del amor. La consecuencia es que los hombres, víctimas de ese enamoramiento tan fulgurante, suelen cometer más errores que las mujeres a la hora de interpretar las señales que les envía el sexo opuesto. Así lo afirman Andrew Galperin y Martie Haselton, psicólogos y expertos del comportamiento de la Universidad de California en Los Ángeles.

Los investigadores llevan desde 2010 estudiando las conductas relacionadas con los ritos del cortejo y, tal y como afirma el profesor Galperin: “La cifra de hombres que reconoce haberse enamorado al primer vistazo superó a la de las mujeres en casi un 40%”. Esto se debe a que: “El enamoramiento funciona para el hombre como un dispositivo de compromiso, como una señal que envía a la mujer de que su interés es sincero”. Lo cual estaría muy bien si no fuera porque, como aclara el experto: “El problema es que el varón suele sobreestimar el impacto que ese interés provoca en el sexo opuesto”. En definitiva, que ellos tienen una mayor propensión a equivocarse a la hora de interpretar las señales que reciben desde el otro lado.

La pasión les empuja a correr más riesgos: conducir temerariamente, apostar a la ruleta…

La sobrepercepción de interés sexual por parte de la pareja potencial es un fenómeno ligado en su mayoría al enamoramiento masculino (afirman los investigadores). Las mujeres no suelen sobrepercibir interés sexual por parte de los hombres: el que perciben suele ser bastante real. Y al parecer, existen razones de peso para que esto sea así. Dados los costes en que puede incurrir una mujer que confunda el interés sexual de un hombre, es lógico que ellas estén cognitivamente bien dotadas para evitar la sobrepercepción.

Por el contrario, los protagonistas de nuestro reportaje, los sufridos varones, tienden a malinterpretar las reacciones femeninas y a cometer lo que los piscólogos definen como errores del tipo 1, o sea, detectar algo que no existe. Por eso, es frecuente que ellos interpreten como señales de un interés sexual lo que no son más que simples muestras de simpatía. Una tendencia al equívoco romántico-erótico que, según la investigadora, sirve para explicar (al menos parcialmente) por qué el sexo masculino es más enamoradizo. Es lógico que, si creen detectar interés por parte de una mujer, tiendan a enamorarse de ella, pues de esa forma es casi como apostar sobre seguro, aunque paradójicamente la realidad no suela ser la que ellos creen que es.

Enamorarse sale muy caro

Pero, ¿cómo se comporta el hombre una vez que ha caído cautivo de las redes del amor? Bien durante la etapa del cortejo: cuando el varón tiene que conseguir captar la atención de su amada, el hombre se vuelve esencialmente temerario. Según se deduce de un estudio titulado La motivación romántica y la toma de riesgos, realizado en febrero de 2013 en la Universidad alemana de Friburgo por el psicólogo Peter Fischer, la audacia masculina se incrementa hasta en un 35% durante la fase del enamoramiento.

El investigador sometió a 155 voluntarios a un test de temeridad dividido en dos pruebas, relacionadas con jugar elevadas sumas de dinero a la ruleta y conducir de forma imprudente. “El resultado fue apabullante”, explica Fi-scher, “ya que los sujetos enamorados se mostraban mucho más proclives a dejarse el dinero en la mesa de juego y a hacer maniobras arriesgadas con el coche que los que no lo estaban”. Todo valía para impresionar al preciado objeto de sus desvelos. Aunque, evidentemente, esta actitud “chulesca” por parte del varón a la hora de correr riesgos tiene sus desventajas. Fischer y su equipo estudiaron también a varios ejecutivos y examinaron su capacidad para tomar decisiones cuando la persona de la que estaban enamorados estaba presente. Y lo que descubrieron es que los sujetos actuaban de forma menos juiciosa, corriendo riesgos innecesarios y que podían comportar pérdidas para sus negocios.

Los hombres gastan 169 euros más de media en regalos el Día de San Valentín

¿Conclusión? “Si eres hombre, es mejor que no tomes decisiones trascendentales bajo los efectos del enamoramiento”, colige Fischer.

“Y vigila tu bolsillo”, añadiríamos nosotros, porque los estudios también han demostrado que el amor hace al hombre más derrochador. Vladas Griskevicius, profesor de Psicología y Marketing, estudió los hábitos de la población masculina de la ciudad de Columbus (Texas), con una media de dos varones solteros por cada mujer con idéntico estado civil. El investigador comprobó que los hombres solteros que trataban de conquistar a una mujer gastaban mucho más dinero que el resto, y que su nivel de deuda personal acumulada era mayor: superaba en aproximadamente 3.400 dólares (de media) al de los que ya estaban casados.

“Esto enlaza con otros datos que manejo. En ciudades como Las Vegas, donde el número de hombres solteros supera ampliamente al de mujeres, las cifras de gasto de las tarjetas de crédito se disparan”, afirma el profesor Griskevicius. La causa está clara. “La competencia entre hombres por conquistar a una mujer es mayor”, explica el experto, “y los varones tienen que gastar más recursos, más dinero en cenas, ropa cara y coches de alta gama con los que superar a sus rivales”. Otros estudios confirman este extremo. Según cifras manejadas por diversos organismos de consumidores de la UE, los hombres gastan una media de 169 euros más que las mujeres en comprar regalos para el Día de San Valentín. El hombre sigue concibiendo, a grandes rasgos, el amor como una conquista. Gastar dinero en ese proceso es para el varón una estrategia básica.

Ellos son más conservadores

Todo lo anteriormente expuesto se hace efectivo durante el proceso de cortejo. ¿Pero qué ocurre cuando el hombre ha conseguido su objetivo y es correspondido? El ardor guerrero se apacigua. Desaparece la arrogancia del macho alfa. La fiera se domestica. Es curioso, pero el hombre inmerso en una relación la vive de una forma más conservadora que la mujer. Una opinión que también sostiene Antoni Bolinches, director del Institut Psicològic Antoni Bolinches de Barcelona: “Las mujeres suelen ser más exigentes con una relación. Si no es todo lo óptima que desean, se plantean otras posibilidades. Los hombres no necesitan que todo marche bien. A menudo les basta con que no vaya mal”.

Y no solo se vuelven conservadores. Bajo los efectos del amor pueden ser tan “ñoños” como ellas. Se tiende a creer que la pasión por el cine romántico es fundamentalmente femenina, pero un reciente estudio ha demostrado que ellos tampoco son inmunes a sus efectos. Investigadores de la Universidad de Michigan proyectaron Los puentes de Madison y El padrino a varias parejas de enamorados. Y observaron que los miembros masculinos del primer grupo experimentaron un aumento de un 10% en la producción de progesterona, una hormona típicamente femenina. En cambio, los varones del segundo no sufrieron ningún cambio hormonal destacable mientras veían la cabeza cortada de caballo metida en una cama. ¿Alguien dudaba de que ellos también se ponen tontorrones con el amor?

Víctimas de Cupido

Un estudio afirma que en el 70% de las parejas ellos son los que sienten antes el deseo de declarar sus sentimientos.

Tiempo record

8,2 segundos tardan ellos en enamorarse. Uno menos que Usain Bolt en correr 100 metros (su record está en 9,63).

Un romance muy visual

El mapa cerebral del amor es casi idéntico para ambos sexos, pero con una diferencia sustancial… Los estudios realizados por Helen Fisher demuestran que, en el caso de los varones, durante la fase de enamoramiento se detecta una mayor actividad en el córtex occipital, responsable de procesar los estímulos visuales. “El cerebro masculino está preparado para calibrar si una mujer será capaz de darle buenos hijos”, explica la investigadora. “Información que recibe por estímulos visuales y no, por ejemplo, olfativos. Por eso, lo llamamos amor a primera vista, y no al primer olfato”.

¿Y qué ocurre con los gays?

Un estudio con técnicas de neuroimagen realizado en 1988 por la U. de Estocolmo observó que para ellos la imagen no es tan importante como la memoria.

Tiran más dos buenas…

Se dice que un buen escote es la mejor carta de presentación ante un hombre, y la ciencia lo corrobora: ellos se enamoran al mirar los senos femeninos. Los estudios con técnicas de neuroimagen muestran que la mayor activación del área visual del cerebro masculino se produce cuando mira los pechos de la mujer. Para el neurólogo Barry Young: “Esta acción provoca la misma serie de eventos cerebrales que durante la lactancia. Este capricho de la sexualidad ha evolucionado para explotar los antiguos circuitos cerebrales de la unión madre-hijo, como un modo de crear lazos entre los amantes”.

La pérdida del ser amado

Quiénes sufren más por amor, los hombres o las mujeres? No vamos a lanzar conclusiones categóricas. Nos limitaremos a dejar constancia de que, según un estudio realizado por la Universidad de St Andrews (EEUU), los hombres parecen ser más propensos a “morir de amor” que las mujeres. Los investigadores realizaron un seguimiento a nada menos que ¡58.000 parejas! a lo largo de quince años. Y descubrieron que el 40% de los varones fallecía en los tres años siguientes a la muerte de su pareja, frente al 23% de las mujeres a las que les sucedía lo mismo. Este fenómeno, que en Japón se conoce como síndrome de Takotsubo, o “del corazón roto”, parece demostrar (según los investigadores) que los hombres cuentan con menos mecanismos psicológicos para enfrentarse al duelo.

Con el corazón roto

Ellos llevan peor los efectos del desamor. Según el psicólogo Marco Gandásegui, al asumir su papel de macho alfa son más propensos a guardarse la pena cuando sufren un rechazo sentimental y tardan más tiempo en superarlo.

‘Sin ti no soy nada’.

El caso real del mítico cantante estadounidense Johnny Cash y su esposa June Carter es un ejemplo perfecto que parece corroborar el estudio que afirma que ellos sobreviven en un menor porcentaje a sus parejas. Ella falleció en mayo de 2003, y él solamente vivió cuatro meses más.