Amor, conocimiento, eterna juventud, poder o talento son algunas de las cualidades por las que tradicionalmente, en mitos e historias, hay personas que venden su alma al diablo. Un trato que nunca suele salir bien para el hombre en cuestión, pues la condena que se obtiene es muy superior a la gloria, inculcan las narraciones para defender conceptos como la perseverancia o el trabajo duro.

No obstante, más allá de la ficción, también hay algunos personajes históricos acusados de haber realizado un pacto con Satán, una fábula que persigue a muchos de ellos aun a día de hoy. Pero ¿Qué hay de cierto en esas historias? ¿Existen realmente almas condenadas por un pacto maldito? Desde aquí desvelamos que tienen de cierto las leyendas

Robert Johnson

Conocido como el músico que hizo un pacto con el demonio, cuesta discernir al hablar del guitarrista donde empieza el hombre y acaba el mito. Cuesta saber donde nació y cuales fueron sus circunstancias. Parece que su historia comienza una noche en Missisipi, en la encrucijada de las autopistas 61 y 49, donde, a medianoche, espero al diablo para venderle su alma a cambio de tocar blues mejor que nadie.

En realidad, Johnson nació de una relación esporádica en 1911. Pronto se vio atraído por la música, pero tenía fama de ser un pésimo intérprete. A partir de 1930 comenzó a seguir a los grandes del blues de la época, y su estilo evolucionó: donde antes había un pésimo intérprete ahora había un músico con una ejecución perfecta. La leyenda del diablo y la encrucijada surgió por esa época. Johnson la explotó, sus éxitos hacían referencia a este supuesto trato (Crossroad Blues, que habla del cruce de caminos, o Me and the Devil Blues) Tocaba en penumbras, desaparecía en mitad de las actuaciones, nunca se quedaba en el mismo sitio.

Pero cuando tenía 27 años sedujo a la mujer que no debía y fue envenenado con estricnina. Su mito creció tras su muerte, pues hay hasta tres tumbas donde supuestamente está enterrado. Leyenda o realidad, sin duda fue uno de los mejores guitarristas de la historia.

Charles Manson

Uno de los asesinos en serie más famosos del siglo XX, los crímenes de La Familia de Manson aun están envueltos en un aura de misterio y leyenda, y aun se contempla la adoración satánica como una de las explicaciones de los mismos, pues las pintadas con sangre en las paredes o el discurso de Manson, basado en conceptos del budismo o las religiones orientales, cuentan con un aura de misticismo tenebroso. También contribuyó a esta teoría el asesinato de Sharon Tate, la esposa de Roman Polanski, que acababa de estrenar El bebe de Rosemary (Película que exploraba el satanismo y el advenimiento de un hijo del diablo) por el que había sufrido amenazas públicas por parte de grupos esotéricos.

No obstante, y aunque bien es cierto que los asesinatos perpetrados por el grupo de Manson tienen un alto componente bíblico, realmente el motivo que movía a Manson era su particular interpretación del Apocalipsis, según la cual habría una guerra interracial entre personas de raza negra y blanca. Además, los expertos afirman que, lo que en un principio se vio como prueba de los tratos satánicos (Pintadas con sangre en las paredes y similares) fueron actos motivados por el cóctel de drogas alucinógenas que los miembros de La Familia llevaban en el cuerpo.

Giuseppe Tartini

Lo de este músico italiano no se puede considerar exactamente como un pacto, sino más bien como una colaboración con el demonio. Una colaboración que, eso sí, lanzó a Tartini a la fama.

Cuando contaba con 21 años, Tartini cuenta que el diablo se le apareció en un sueño y él le hizo tocar el violín. Contaba el músico que Satán obtuvo del instrumento una música singular y maravillosa. Al despertar, Tartini intentó recomponer la sinfonía, aunque según sus propias palabras, resultó tan inferior a la de su sueño que le dieron ganas de romper su instrumento.

No lo hizo, prefirió publicar su propia melodía bajo el nombre de El trino del Diablo. Pronto, por la leyenda o la calidad de la pieza, Tartini se hizo lo suficientemente conocido para abrir su propia escuela de música y seguir componiendo, intentando igualar la belleza de su diabólica pieza, algo que nunca consiguió. ¿Música en el subconsciente? ¿Una curiosa musa? Solo nos queda la hermosa música para continuar con nuestras suposiciones.

Urbain Grandier

La historia de los tratos demoniacos de este sacerdote francés del siglo XVII es bastante curiosa. Grandier era un personaje bastante carismático que llegó al convento de Loudun en 1615. Sus buenas maneras y su gran oratoria pronto le permitieron codearse con los personajes más importantes del lugar, y sus sermones atraían a los feligreses, que veían en el apuesto e inteligente dominico al líder espiritual que necesitaban.

Pero Grandier tenía dos puntos débiles: la vanidad y las mujeres. Dos flaquezas que le llevaron a cometer dos errores fatales. En primer lugar, porque en 1618 ofendería al prior de Coussay al solicitar prioridad sobre él en una procesión. Un error fatal, pues años después se convertiría en el cardenal Richelieu y no habría olvidado la afrenta. El otro enemigo que se granjeó fue el fiscal Louis Trincant, pues embarazó a su hija.

Entre Trincant y Richelieu pronto conspirarían para acabar con Grandier. De este modo, pronto comenzó a circular la historia de que un brujo había ordenado que los demonios embargaran a un convento de ursulinas que parecían poseídas: Urbain Grandier. Una investigación de las habitaciones del párroco encontró un documento firmado, entre otros, por Asmodeo o Lucifer en el que el sacerdote renunciaba a Dios para entregarse a sus nuevos amos. El documento escrito en latín, aunque probablemente falsificado, se considera el primer pacto demoníaco escrito de la historia y fue prueba suficiente para ordenar la ejecución de Grandier.

Charles Baudelaire

El poeta maldito por excelencia, Charles Baudelaire fue acusado de satánico y de adorador del demonio, con quien habría hecho un pacto para conseguir su éxito en el campo literario, debido a algunos de sus versos, sobre todo las Letanías de Satán, en las que expresa su admiración por este personaje. Su vida disipada, que acaba con hemiplegía, parálisis y afasia, contribuía a este pensamiento según el cual su cuerpo estaría siendo condenado poco a poco tras haber vendido su alma.

Nada más lejos de la realidad. Ateo manifiesto, Baudelaire utilizó su arte para romper los cánones establecidos, todo el código moral que había hasta ese momento y reafirmar al ser humano y su propia individualidad. En este ámbito, los versos que glorifican a Satán no deben ser interpretados de forma literal sino, como siempre en este autor, como un símbolo. El demonio es el símbolo de la rebeldía, de la revolución moral de su autor. A veces hay que ir un poco más allá de la superficie.

Gilles de Rais

El lugarteniente de Juana de Arco fue uno de los asesinos en serie más despiadados de la historia. Llegó a ser Mariscal de Francia, uno de los personajes políticos más importantes del momento, pero la muerte de la doncella de Orleans terminó por enajenarle completamente.

Gilles de Rais volvió a sus propiedades en Champtocé y Nantes, donde comenzó su secuestro, abuso y asesinato masivo de niños. Una auténtica carrera criminal que estaba coronada por la búsqueda del demonio para acabar de obtener el poder absoluto. Varios fueron los rituales orquestados para conseguirlo, pero el mejor documentado es el realizado en 1437 en el Castillo de Tiffaunes para invocar a un demonio llamado Barron, un proceso que llegó a contar con un sacrificio humano.No debió funcionar, pues, alarmado por la continua desaparición de niños, el obispo de Nantes, Jean de Malestriot pidió ayuda al Duque Juan V, y en 1440 se detuvo a de Rais, que confesó tras ser excomulgado y fue condenado a morir en la horca.

Aunque durante el proceso se afirmase su trato faústico, hoy día se sabe que Gilles de Rais era simplemente un psicópata, uno que pudo cometer sus crimenes impunemente durante años debido a su alta posición. Su figura, por cierto, dio lugar al famoso cuento de Perrault, Barbazul, en el que eran mujeres, y no niños, las víctimas.

Niccoló Paganini

Referencia obligada al hablar de pactos con el demonio, no en vano este intérprete italiano era llamado el violinista diabólico. Su gran talento a la hora de tocar el violín se unió con un aspecto pálido y cadavérico, y a unos movimientos imposibles mientras tocaba, como flexionar las articulaciones de sus dedos lateralmente o cruzar los codos uno por encima del otro.

No obstante, hoy la mayoría de sus biógrafos coinciden en que Paganini estaba aquejado del Síndrome de Marfan, una enfermedad genética que causa hipermovilidad articular y dedos en forma de araña.

No cabe duda de que el propio Paganini alimentó su propio mito, con, por ejemplo, el carruaje oscuro tirado por caballos negros que le llevaba a todas partes. Asimismo, la fama de su supuesto trato sobrevivió más que él, pues al rechazar la extrema unción, la Iglesia se negó a enterrarlo en camposanto y su propio hijo tuvo que guardar cinco años su cuerpo en un sótano.