Canalla, tarado, solvente, arriesgado, genuino, irreverente y elegante. Estos son solo algunos de los elementos que Tarantino agita en su coctelera particular de genialidad. O le adoras o le odias, pero con este gran cineasta contemporáneo es difícil quedarse en la tibia y anodina raya del término medio.

Icono de la misma cultura pop, canalla, rockanrolera y underground que tanto le gustaba de niño, una película de Quentin Tarantino se distingue desde el primer fotograma. Ha creado un estilo propio formado por un gran collage donde las escenas se ajustan como las piezas de un reloj suizo. Aúna la mejor música de su estantería con todos los estilos de su cine favorito: spaguetti western, blaxploitation, cultura pulp, manga, series de televisión, pinceladas de nouvelle vague o las películas de Kung Fu de su querido Sonny Chiba (Hattori Hanzo en Kill Bill). Además, el imaginario de Tarantino tiene un sinfín de referencias que engarza su cine con la cultura popular: actores olvidados a los que devuelve a la vida, películas bizarras de serie B, C e incluso Z, y una estética única para mostrar una violencia extrañamente bella, inquietante e irreal: «la cámara se inventó para besar y matar».

De esta forma e inspirado por un eclecticismo cinéfilo que bebe de miles de fuentes, incluso de sus propias películas, Quentin nos introduce en su mundo. Además de partir sus films en actos, otro de los característicos rasgos de Tarantino es interrelacionar a los personajes de sus películas de una u otra forma, ya sea prestando a Uma Thurman la katana que Bruce Willis utilizó en Pulp Fiction o haciendo clara referencia a alguno de sus otros trabajos como es el caso del diálogo de Madonna en Reservoir Dogs y su reflejo en el del Ku Klux Klan en Django desencadenado, momentos en que manipula al espectador y le mete en su propio cuadro.

A golpe de posmodernismo, el loco de Tenesse es amigo de hurgar en un género hasta que lo ha destrozado por completo. Después, como el que reconstruye un caro jarrón chino hecho añicos, Tarantino hace gala de su elegancia y maestría para reconstruir las piezas a su manera, dando al producto final un toque de genialidad que resulta no solo irreconocible, sino de más calidad que el producto original del que partió en la mayoría de las ocasiones.

Aficionado a romper todo lo que pilla con el filo de su katana, Quentin rompe también la cuarta pared y, sin llegar a interactuar con el espectador pero sin prescindir de planos frontales muy poco comunes, provoca un pequeño distanciamiento para dejarles bien claro que aquello que van a ver es cine y que se dejen de identificarse con personajes y moñadas varias. Y es que las musas de este animal cinematógrafico nunca salieron de un decorado. Tarantino hace cine inspirado en el propio cine. Punto. Inspiración que le ha servido para que más de uno le llame mangante de escenas. Ante estas acusaciones, Tarantino lo dejó claro sin darle mayor importancia: «robo de cualquier película alguna vez hecha.» Es curioso que lo que unos llaman robo, otros le llamemos pastiche posmoderno.

Sus raíces

De la mayoría de grandes cineastas y sus respectivas trayectorias podríamos decir algo como «…pero no siempre XXX fue así«. De Tarantino no puede afirmarse lo mismo. Más de ficción que de carne y hueso y genuino y legendario desde que su madre le dio a luz en Tenesse una primavera de 1963, Quentin ha mantenido su reconocible estilo desde el primer guión que escribió a mano en varias hojas de colorines sujetas por una pinza de la ropa hasta su último film: Django desencadenado.

Con raíces humildes, Quentin, que debe su nombre al popular personaje de Burt Reynolds (Quint Asper) en la serie Gunsmoke, se trasladó de Tenesse a los Ángeles con su madre, que no había cumplido aún los 18 años. Su padre, un actor de segunda de poca monta, se quedó en algún lugar del camino. Influenciado por su madre, Tarantino iba frecuentemente por las salas de cine, devoraba literatura barata, revistas pulp y todas las series de TV que pillaba.

Con más interés por la escritura y la gran pantalla que por los estudios, Tarantino abandonó el instituto cuando solo tenía 15 años para empezar a dar clases de arte dramático. Él mismo se las pagó. Cambió los lapiceros y los cuadernos por una linterna de acomodador en un cine porno. Cine en el que, curiosamente, tenía vetada la entrada como cliente por ser menor de edad. 

Cuando acabó las clases de interpretación, Tarantino intentó mover un currículum bastante ‘creativo’ con el fin de conseguir un trabajo de actor. En él, aseguraba haber trabajado con directores de la talla de George A. Romero o Jean Luc Godard. Como podéis imaginar, esto no dio ningún resultado. Bueno, sí, uno. El gran cineasta se dio cuenta de que lo suyo no era estar delante de las cámaras, sino detrás. Lo más gracioso de todo estoes que a día de hoy algunas guías cinematográficas le ubican en la película King Lear de Godard o Zombi, de Romero. Al final la trola no se salió tan mal.

Tras pasar por distintos empleos, finalmente encuentra algo medianamente decente y estable en una empresa aeronáutica. Tan decente y estable era que Tarantino la abandonaría tremendamente aburrido poco después para ganar menos de la mitad en un videoclub de Manhattan Beach. Allí conocería a entusiastas del cine como Craig Hamann o Roger Avary, con el que montó un ciclo de cine en el que se debatían o visualizaban diferentes films. Muchos atribuyen su gran conocimiento sobre el séptimo arte a esta etapa de su vida, pero él lo niega rotundamente: «No es cierto que esos años trabajando en un videoclub me convirtieran en un experto en cine. La verdad es que he estado viendo películas desde que era un niño y me contrataron en ese videoclub por que ya era un experto.»

Sus primeros pinitos como director

Es aquí cuando Quentin decide que es el momento de darle a la pluma. Alentado por una idea de Craigh Hamman, entonces compañero en el videoclub, rueda de forma amateur y en 16mm su ópera prima, My Best Friend’s Birthday con tan solo 22 años. La película es un auténtico bodrio infumable sobre un grupo de colegas que quiere regalar una prostituta a un amigo por su cumpleaños. Tan mala es que un productor se apiada de él y le aconseja no enseñarla mucho por ahí si quiere algún día llegar a algo dentro de la industria cinematográfica. La única copia completa de la película se incendió mientras la estaban editando. Solo sobrevivió una parte, que pudo disfrutar un reducido grupo de amigos en 1987.

Pero tras este fracaso, vendría otro: Open Road, un guión manuscrito en hojas de colores que Tarantino vendió por un precio simbólico con el fin de olvidar el asunto lo antes posible.

Antes de cambiar de estrategia, Tarantino escribe Abierto hasta el amanecer, guión que también se quedaría en un cajón hasta que el nombre del director sonará con más fuerza en Hollywood. Para completar esta etapa, hace un pequeño cameo vestido de Elvis en la legendaria serie Las chicas de oro (mto. 5:30).

 

El cambio de estrategia

Quentin se da cuenta rápidamente de que las ideas que alberga esa controvertida cabecita no iban a ser fáciles de vender, por lo que decide adaptar los guiones a un bajo presupuesto y eliminar los excesos. En 1992, fruto de esta vuelta de tuerca nacen los perros de la calle: Reservoir Dogs, una historia sobre el asalto a un banco que resulta ser un hito del cine independiente donde Tarantino muestra su maestría no solo como director, sino sus tablas como dialoguista. 

Aunque en un principio está convencido de rebajar el presupuesto a la mínima expresión y rodar en 16mm, su amigo Lawrence Bender le convence de que tiene algo bueno entre manos y que busque financiación. Si bien no resulta difícil encontrar productores interesados, la mayoría le pedían cambios en el guión, a lo que Tarantino se niega rotundamente. Finalmente el Sr. Lobo de Pulp Fiction (Harvey Keitel) y el productor de El Caso Bourne, Richard N. Gladstein, le dan el espaldarazo que el cineasta necesita. Da comienzo el fenómeno tarantiniano, los actores más destacados de la meca del cine esperan ansiosos la llamada del director y los críticos llegan para quedarse.

Y a la segunda… llegaron los Oscars

Aunque Tarantino no es especialmente querido por la Academia, tampoco deja de ser el niño mimado de Hollywood, muy a pesar de que siempre vea la estatuilla pasar de largo. La única vez que la Academia le ha concedido tal honor ha sido con la que muchos consideran su obra maestra: Pulp Fiction, una absoluta genialidad dónde el director norteamericano se sumerge en lo más kitsch de la cultura pop.

El reparto coral de la película marca otra diferencia con respecto a su anterior film. Los actores, en su mayoría, son grandes estrellas de la industria, exceptuando al olvidado John Travolta, a quién Tarantino resucita para asegurarle su hueco en la historia del cine. Allí da comienzo también su relación con la que se convertiría muy pronto en su musa: Uma Thurman.

Tras su reciente fama, el loco de Tenesse ve como su productora saca ahora provecho de su segundo libreto, el que era supuestamente un bodrio. Este es dividido en dos. Con la primera parte, Tony Scott rueda Amor a Quemarropa. Con la segunda, nace Asesinos Natos, de Oliver Stone. A esto, se añade el estreno también de uno de sus antiguos guiones, Abierto hasta el Amanecer, un capítulo para la serie Urgencias y el rodaje de un segmento de la película Four Rooms, un claro homenaje a la novelle vague. 

En su siguiente película, Tarantino rinde tributo al cine blaxploitation que tanto le gustaba cuando era un crío y rueda Jackie Brown, para lo que cuenta una vez más con Samuel L. Jackson y un elenco de actores como Robert de Niro, Michael Keaton, Bridget Fonda y la protagonista, Pam Grier, una sex symbol de los 70 venida a menos.

La gotas de sangre que colmaron el vaso

Su siguiente proyecto es tan tarantinesco, intenso, arriesgado, innovador y diferente que se sale del molde y el director se ve obligado a fragmentarlo en dos partes. Kill Bill es un cóctel explosivo de spaguetti western, manga, venganza, unas gotas de estética setentera, películas de samuráis y wuxia hongkonés en la que Tarantino introduce miles y miles de referencias a sus películas favoritas, como es el caso de Battle Royale y el uniforme de Gogo Yubari. De hecho, Tarantino retó con un caramelo de un millón de dólares a aquel que consiguiera descifrar todas las referencias ocultas en su película fetiche. 

La crítica se divide entonces con la misma violencia que la escena de los 88 maníacos. Unos lo tachan de genio y otros de enfermo mental, pero La Novia masacrada por el Escuadrón de Serpientes Asesinas no deja indiferente a nadie. Una parte de la crítica se ceba tachando su violencia de demente y sin sentido, sin darse cuenta que es precisamente ahí donde reside el arte y la gracia del director: una violencia falsa a ritmo flamenco que ni un niño sería capaz de tragarse. 

Aunque corren los rumores de que Tarantino podría sacar una película y un corto más sobre la historia de venganza de Beatrix Kiddo (él mismo lo dijo hace un par de años), sus declaraciones para el periódico Clarín parecen decir todo lo contrario.

Tras entretenerse con la dirección de un capítulo de CSI Las Vegas y divertirse un rato con su gran amigo Robert Rodríguez colaborando con él en Sin City, y dirigiendo Grindhouse, Planet Terror y Death Proof en un esfuerzo algo inquietante por ‘darle clase’ a las películas de serie B, Tarantino se lanza a dirigir sus dos últimas películas: el film bélico Inglourious Basterds y el spaguetti western Django desencadenado.

A pesar de su fama indiscutible y de haber encontrado una posición segura en la meca al calor de los acaudalados bolsillos de los productores de Hollywood, este animal cinematográfico se sigue esforzando por alejarse de ser mainstream sin dejar de ser un director comercial que nunca defrauda. Una genialidad que, sin lugar a dudas, sólo está al alcance de unos pocos.

My Best Friend’s Birthay, 1987

Rodada de forma amateur, en blanco y negro y 16 mm, la ópera prima de Tarantino era un bodrio infumable sobre un grupo de colegas que quiere regalar una prostituta a un amigo por su cumpleaños.

Tan mala es, que un productor se apiada de él y le aconseja no enseñarla mucho por ahí si quiere algún día llegar a algo dentro de la industria cinematográfica.

La única copia completa de la película que se conservaba se incendió mientras la estaban editando. Solo sobrevivió una parte, que solo pudo disfrutar un reducido grupo de amigos en 1987.

Open Road, 1987

Este guión sin terminar de 80 páginas (algunos rumores dicen que tenía 500) fue escrito por Quentin Tarantino y Roger Avary mientras trabajaban en el videoclub de Manhattan Beach.

Descontento con el trabajo, pasó completamente del guión vendiéndolo por un precio simbólico. Cuando Tarantino despuntó, la productora sacó el libreto. Una parte de él iría para Tony Scott y la película Amor a quemarropa. Con la segunda, Oliver Stone rueda: Asesinos Natos.

Abierto hasta el amanecer

De esta etapa inicial del cineasta es también Abierto hasta el amanecer, película que no vería la luz hasta que Tarantino alcanzase la fama. Lo hizo de la mano de su amigo Robert Rodríguez en 1996. 

 

Pequeño cameo en las Chicas de oro

Aunque apenas se le ve, es gracioso recordar que el director posmoderno salió en uno de los capítulos de la popular serie Las chicas de oro. En él, encarnaba a uno de los muchos imitadores de Elvis que salían al final de ese capítulo. 

Localízale con la flecha roja que le hemos puesto.

Reservoir Dogs, 1992

En 1992, fruto de una vuelta de tuerca a su estragegia, nacen los perros de la calle: Reservoir Dogs, una historia sobre el asalto a un banco que resulta ser un hito del cine independiente donde Tarantino muestra su maestría no solo como director, sino también sus tablas como dialoguista

 

Pulp Fiction, 1994

La única vez que la Academia le ha concedido el honor del Oscar (mejor guión) ha sido con la que muchos consideran su obra maestra: Pulp Fiction, una absoluta genialidad dónde el director norteamericano se sumerge en lo más kitsch de la cultura pop.

Al igual que ocurre en Django desencadenado con Leonardo Dicaprio, Samuel L. Jackson hace un papel magistral junto a Travolta.

Urgencias, más sangre que nunca (1994)

Poco antes de grabar un segmento de la película Four Rooms y retomar Jackie Brown, Tarantino graba un capítulo para la serie de NBC Urgencias.

Four Rooms, 1995

Dividida en cuatro segmentos, cada una de ellas dirigida por un director, esta película parece un claro homenaje a la novelle vague.

Dejanda clara su huella en el rodaje con varios de sus planos secuencia, la película es definida por la mayoría de la crítica como ‘una gamberrada de 4 amigos‘.

Jackie Brown, 1997

En esta película, Tarantino rinde tributo al cine blaxploitation que tanto le gustaba cuando era un crío y rueda Jackie Brown, para lo que cuenta una vez más con Samuel L. Jackson y un elenco de actores como Robert de Niro, Michael Keaton, Bridget Fonda y la protagonista, Pam Grier, una sex symbol de los 70 venida a menos

Kill Bill, Vol.1 y Vol.2, (2003 / 2004)

Este proyecto es tan tarantinesco, intenso, arriesgado, innovador y diferente que se sale del molde y el director se ve obligado a fragmentarlo en dos partes.

Kill Bill es un cóctel explosivo de spaguetti western, manga, venganza, unas gotas de estética setentera, películas de samuráis y wuxia hongkonés en la que Tarantino introduce miles y miles de referencias a sus películas favoritas, como es el caso de Battle Royale y el uniforme de Gogo Yubari.

De hecho, Tarantino retó con un caramelo de un millón de dólares a aquel que consiguiera descifrar todas las referencias ocultas en su película fetiche.

CSI, Peligro sepulcral (2005)

Tarantino se pusó también al frente de Grissom y su equipo para dirigir la traca final de la quinta temporada de CSI: Las Vegas. Hubo más bichos y sangre que nunca, cuestión con que el equipo al completo estuvo encantado.

Sin City, director invitado

Tarantino participa en esta película de su amigo Rober Rodríguez junto a Frank Miller como director invitado con el fin de adaptar los cómics creados por Miller a la película.

Trilogía: Grindhouse, Planet Terror y Death Proof

En un esfuerzo algo inquietante por ‘darle clase’ a las películas de serie B, Robert Rodríguez y Quentin Tarantino unen nuevamente sus fuerzas.

Inglourious Basterds, 2009

Ni el guaperas de Brad Pitt ha podido resistirse a los encantos del loco de Tenesse.

Esta película bélica ambientada en la Alemania nazi sigue oliendo a spaguetti western por cada uno de sus poros. Además, Tarantino incorpora la estética del cine bélico italiano de los años 70.

Django desencadenado (2013)

Era el western inevitable que ya iba tocando y que él tantas ganas tenía de hacer. Aunque el género está bastante claro en esta ocasión, el pastiche sigue estando presente, pues no es el spaguetti western el único género que Quentin homenajea en esta película.

Además de otras muchas que comentamos en la otra galería adjunta a este especial sobre el director, Django bebe también de las películas del propio Tarantino: desde los diálogos de Reservoir Dogs al reguero de sangre de Kill Bill.

Ambientada dos años antes de estallar la Guerra Civil en Estados Unidos, el director norteamericano ha recibido más de una crítica por su forma de tratar la esclavitud. Una afirmación bastante rebuscada si tenemos en cuenta quién es y cómo hace las cosas Tarantino. Ante estas acusaciones, solo se me ocurre lo que dijo el director durante la promoción de la película: «Es un western, no me jodan«.