Picados todos por el gusanillo de la curiosidad científica, y empapados de historia del arte, los “ratones de biblioteca” del Instituto para la Conservación y Restauración del Patrimonio Archivístico y Bibliográfico de Italia luchan precisamente contra bacterias, hongos, roedores y coleópteros que “pican” documentos históricos de toda Italia, o que han sufrido inundaciones, humedades y otras calamidades del paso del tiempo.

Incluso guerras que pasaron a través de sus páginas en forma de balas. Luchan con el entusiasmo de tener siempre un pie en dos peldaños de la historia: el de hoy y el del polvoriento siglo del ejemplar en el que están trabajando. Es más, son restauradores de hoy y de entonces, porque, dependiendo de los padecimientos de cada documento, utilizan técnicas de “resucitación” tradicionales –algunas, del Renacimiento– o las últimas tecnologías y herramientas químicas y tecnológicas del siglo XXI.

El laboratorio es pionero en erradicar colonias bacterianas y de hongos, suciedad y otras amenazas de distintos soportes a base de usar la goma gellan –empleada hasta ahora en alimentación–, que, al ser solo moderadamente adhesiva, absorbe la humedad, fuente de muchos problemas de conservación, pero no daña el documento.
Son químicos, físicos, biólogos e historiadores del arte al servicio de eso tan raro llamado papel.

Menú para insectos

Este libro ha sido la dieta de miles de termitas desde el siglo XIX. Ahora toca reconstruirlo con técnicas científicas.

Termitas, viejas conocidas

De nuevo, las termitas con hambre de cultura. Al Instituto para la Restauración del Patrimonio de Roma le toca regurgitar la historia de las páginas dañadas.

Congelado en el tiempo

La inundación de Florencia en 1967 hizo papel mojado de centenares de libros (este, del siglo XVIII). Si hoy ocurriera, los técnicos los congelarían para evitar que se corriera la tinta y que las bacterias proliferasen. Luego, se evaporaría el hielo con técnicas ad hoc.

Donde pongo el ojo…

Este ejemplar de Cours de politique constitutionnelle (Benjamin Constant, 1831) sufrió un balazo durante la Batalla de Montecassino, en la II Guerra Mundial.

Leonardo se está yendo

El famoso autorretrato de Da Vinci (inicios del siglo XVI) se conservó bien cuatro siglos hasta que, en 1929, se colgó un tiempo para exponerlo. Los diagnósticos de la obra se realizan con lámparas especiales y se toman muestras con raspados muy leves.

Maquillar a Leonardo

La obra de Leonardoestá enferma de luz tras haber sido expuesta una temporada en 1929. Los trazos de hematita se han desvanecido, y una colonia de hongos que anida en él lo han puesto en estado crítico. El reto es acabar con ella sin dañar el soporte. Los expertos piden que no se exponga nunca más.

Biodiversidad epistolar

Así dejaron los coleópteros –a varias especies se las llama “gusano del libro”– esta edición de las cartas de san Cipriano de Cartago: hecha un colador.

Un baño reconstituyente

La química es una disciplina imprescindible entre los restauradores. La goma gellan y las soluciones salinas son aliadas fieles en el laboratorio.

Criando moho

Es un hongo frecuente, porque sobrevive a muchos ambientes. Las técnicas de análisis son muy parecidas a las de diagnóstico por imagen usadas con humanos.

Limpiar, fijar y dar esplendor

Este ejemplar está sano, pero el polvo y algunos hongos lo están invadiendo y decolorando, así que se limpia centímetro por centímetro con un mimo exasperante. Se trata de un manual técnico de ingeniería, arquitectura y artes decorativas renacentista con ilustraciones irrepetibles. El propio Vaticano encarga trabajos para las piezas de su tesoro a estos magos del tiempo.