Jesucristo no pudo ser rubio de ojos azules, Cleopatra nunca fue como Elizabeth Taylor y Copérnico tenía la nariz aguileña. Pero esta realidad es aún más apasionante que la ficción: tenemos delante el verdadero rostro revivido de un personaje de hace siglos.

Esto se consigue con una mezcla de investigación anatómica, biológica, antropológica e histórica. Pero se requiere una base tangible para hacerlo, algo tan concreto como el cráneo del personaje histórico. Porque además de los rasgos propios de su raza o etnia, cada persona tiene una estructura ósea particular: una relación de la distancia entre los dos arcos superciliares y los ojos, la altura de la articulación de la mandíbula y la separación de los pómulos. Mediante estos datos, que capta con precisión un escáner, se fabrica una imagen informática, de la que se deriva una malla de puntos en 3D.

Con las formas y uniones de los huesos, los expertos en Anatomía deducen la distribución de las fibras musculares, la localización de las glándulas y los lugares donde se deposita el tejido adiposo.

ENIGMAS DE NARICES
Ahora empieza lo difícil: ¿cómo averiguar el auténtico aspecto de los tejidos blandos, el tamaño de las orejas, la nariz y el espesor de los labios. Es por aproximación estadística: se mide el tejido blando de muchos cadáveres mediante punciones o con tomografías. Se hallan las cifras medias de cada somatotipo, que viene a ser el rostro “medio” de, por ejemplo, un caucásico o un japonés, y dentro de ellos, de un hombre, una mujer o un niño. En la Universidad de Melbourne (Australia) estudian la medida del tejido en el zygion, la parte más sobresaliente de la mejilla, que tiene un espesor de unos 6 mm, pero cuyas pequeñas variaciones son muy indicativas del resto de la cara.

Entonces llegan los antropólogos físicos para añadir ciertos datos procedentes de pinturas murales o figurillas. Por ejemplo, en qué punto podrían nacer las cejas y cuál podría ser el perfil de la nariz. Luego están los análisis de paleodemografía: se extraen datos de los isótopos de elementos químicos procedentes de restos de comida hallados en los dientes. También un cabello puede dar pistas sobre su estado nutricional (si estaba más o menos gordo) o  de si era un emigrante, un nómada o un habitante estable del lugar. El color de la piel, el peinado, los adornos, etc., son asunto de arqueólogos y antropólogos. El rostro que surge de este puzle no se puede asegurar que sea exacto al original, pero sí es bastante cercano.

Jesucristo

Este cráneo fue encontrado por el arqueólogo Joe Zygas cuando se construía una carretera en Jerusalén. Pertenece a un hombre que murió en el siglo I y era originario de la misma zona en la que se supone que vivió Jesucristo. Richard Neave dedujo las cejas, la nariz y la forma de la mandíbula, y con estos datos se realizó un modelo en barro. Un equipo de la la BBC añadió el pelo, la barba y el color de la piel basándose en rostros de Cristo pintados en el siglo III en frescos conservados en Siria e Irak.
Aunque no es Jesucristo, podría parecerse a él. El forense Richard Neave, de la Universidad de Manchester (Reino Unido), abrió con esta cara la puerta a la investigación científica sobre el aspecto real de personas antiguas.

Copérnico. Anciano revolucionario

El rostro del astrónomo tiene un extraordinario realismo, y sus rasgos coinciden con los cuadros que le hicieron de joven. Está también de actualidad porque en París se ha subastado por más de 800.000 euros el primer ejemplar de su obra De Revolutionibus, escrita en Nuremberg en 1543.

1.- El cráneo tiene dueño. En la catedral de Frombork, una ciudad a unos 200 km al norte de Varsovia, encontraron este cráneo en la tumba de un hombre entre 60 y 70 años, la misma edad de Copérnico al morir. Para asegurarse, su ADN se está comparando con algunos de sus descendientes.

2.- Evidencias históricas. El hermano de Copérnico fue canónigo de la catedral de Frombrok y se sabe que él murió allí dias antes de que se publicara su obra más fa­mosa. Además, el cráneo tenía una señal so­bre la ceja, y algunos retratos del científico mostraban justo en esa zona una cicatriz.

3.- No solo se usa el Adn. De la reconstrucción de la Universidad de Varsovia surgió el rostro de un hombre de cabellos blancos con la nariz torcida, pues tenía partido el tabique nasal. Para hallar la forma de los labios se tuvieron en cuenta retratos de Copérnico casi contemporáneos a él.

Ótzi

El hielo preservó momificado a este hombre de hace 5.000 años. La especialista francesa Elisabeth Daynes, que también interpretó otros rostros, como el del hombre de Töumai y Tutankamon, se sirvió de las mediciones del cráneo y de datos paleográficos para realizar una escultura en barro a la que se añadió textura de silicona. La particularidad de esta reconstrucción es que, como Ötzi fue encontrado con todos su aperos y vestidos, se ha reproducido su aspecto con gran detalle. A la derecha, la silicona líquida se aplicó a la estructura base esculpida.

Hombre Teotihuacano

Los investigadores de la Universidad Autónoma de México estudiaron dos cráneos de habitantes de la ciudad azteca de Teotihuacán. Otros equipos combinados analizaron la flora, la fauna, la posible dieta, el estado nutricional y las migraciones de la zona. Se reconstruyeron los rostros aplicando estadísticas de espesores faciales que, según los científicos, están relacionadas con la matriz ósea.
Los dos cráneos estudiados. La científica Linda Manzanilla se apoya en las investigaciones de Neave y Wilkinson para decir que el espesor facial varía muy poco en una misma población; por eso, el resultado final (derecha) es muy fiel al aspecto de los teotihuacanos. Por último, se compararon las medidas con las de habitantes actuales de la zona y coincidían.

El rey niño

Tres equipos científicos de EEUU, Francia y Egipto reconstruyeron el rostro del faraón; solo los egipcios sabían que era Tutankamon.

1.- Se usaron imágenes informáticas del cráneo de la momia a 1.700 puntos de resolución.

2.- No hubo discusión en la estructura ósea y salió parecido a uno de sus retratos.

3.- Los equipos discreparon en la longitud de la nariz y la altura de las orejas. 

Segunda vida de una egipcia. Así fue el rostro de esta momia

Lo mas discutible: la nariz y los labios.
Los músculos y los tejidos blandos van re­cubriendo el hueso. El grosor de estos tejidos se determinó siguiendo un estudio hecho en Alemania en 1899.  La medida de la nariz, los labios y las orejas procede de datos de espesor, pero también se conjetura, así que nunca resulta exacta.

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Os presento a Nakhte. 
Se basaron en cabellos reales conservados de otras momias y en los dibujos. En Egipto hubo distintas modas de peinados y también variaban según el rango social que tenía cada persona. El pelo fue insertado en la escultura y trenzado.

Hombre celta

En Clonycavan, cerca de Dublín se encontraron los restos casi intactos de un hombre que vivió entre 392 y 201 a. de C. El valor de esta reconstrucción de la Universidad de Dundee es que no se basa en el cráneo, sino en tejidos blandos momificados, como se ve abajo. Solo había algunos huesos de la mandíbula. Lo más curioso es que han descubierto que llevaba fijador de pelo, para subir los cabellos y parecer más alto, ya que medía 1,57 m.
Se encontró en una ciénaga que contiene ciertos productos químicos ácidos capaces de disolver los huesos. Por esta razón, el cuerpo estaba como desecado y en perfectas condiciones; tanto que al principio se creyó que era una víctima reciente del IRA. Los científicos lo que han hecho es “inflar” el rostro y ponerle el tipo de piel y ojos típicos de su raza.

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Una cara de hace 3.000 años.
La doctora Fillion pulió con papel de lija la escultura de barro para imitar la textura de la piel. Posteriormente dibujó las cejas y las líneas de los labios, siguiendo instrucciones del antropólogo Norman Sauer, que se basaba en estudios y representaciones inconográficas egipcias. 

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Primero, los huesos y los ojos.
Una vez deducida la estructura ósea del rostro, la doctora Jennifer Fillion, de la Universidad del Estado de Michigan, comienza a añadirle los huesos que faltaban (en escayola blanca). Con la dimensión de las cuencas del ojo se calcula la forma del globo ocular.

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Creía en la resurrección.  La momia de Nakhte Bastet Iru fue hallada por el arqueólogo Edward Lowe en 1909. Ahora se conserva en el Museo de Grand Rapids, en Michigan (EEUU), con su ajuar de 75 objetos. De su escaneado se obtuvieron imágenes en 3D. Se suelen utilizar los mismos programas que para hacer morphing.