El cuerpo humano es una sinfonía de ruidos, generalmente cacofónicos y con tendencia a oler mal. Los borborigmos de las tripas, los regüeldos, el ligero clic como de ala de mosquito al pestañear… Para escuchar el interior de nuestro cuerpo se utiliza el estetoscopio, o el fonendoscopio, inventado por el médico René T. Hyacinthe Laënnec. Al parecer, a Laënnec, un poco tímido el hombre, le daba vergüenza acercar el oído al pecho de las pacientes, así que un día optó por enrollar su cuaderno de notas a modo de tubo, para evitar ese tipo de contacto.

Sin pretenderlo Laënnec, el ingenioso invento fue catapultado como método principal de exploración médica. Hoy, su uso está siendo sustituido por teléfonos móviles, como el iPhone, con aplicaciones que amplifican nuestros ruidos internos. En pocos meses ya son millones los médicos que se han descargado, por solo 0,59 libras esterlinas (alrededor de 0,72 euros), un programa informático inventado por Peter Bentley, investigador del University College de Londres, que convierte el iPhone de Apple en un estetoscopio perfecto.

Castañeteo de dientes

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Se produce por el movimiento involuntario de la musculatura mandibular en respuesta al frío, fiebre o una situación de estrés y miedo. Se ha calculado que, al castañetear, los dientes chocan entre sí de 240 a 260 veces por minuto. El bruxismo, hábito involuntario de apretar o rechinar los dientes, afecta a entre un 10 y un 20% de la población. Aún no se ha llegado a un acuerdo sobre su causa.

Crujido de dedos

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Al doblar bruscamente uno de nuestros dedos, somos capaces de hacerlo crujir como si se partiera una rama seca. Lo que hacemos en realidad es romper pequeñas burbujas de nitrógeno creadas en las propias articulaciones.

Ventosidades

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El intestino es capaz de producir sonidos muy poco melodiosos. Un adulto puede expulsar a través de sus ventosidades hasta 2 litros de gases. Por término medio, las personas ventosean una vez cada hora. De todos modos, es mejor vivir a poca altura: una persona sana a nivel del mar genera una media de 15,1 ventosidades al día. A 7.000 m de altura, la cifra se dispara hasta 129,6 emisiones gaseosas. El 99% de las ventosidades son inodoras. Cuando huelen mal es a causa del sulfuro que algunos alimentos como el brécol, la coliflor, la cebolla, el ajo y los productos lácteos contienen en grandes cantidades. Una forma de evitar las malolientes es un invento patentado por B. J. Conart consistente en una compresa que se sitúa bajo el ano. Sus diversas capas de carbón vegetal atrapan los gases.

Ruido malo: si se producen en exceso, pueden ser un síntoma de intolerancia a la lactosa o de que padeces cálculos biliares. Las mujeres también pueden expulsar gases por la vagina. Es lo que se conoce como flato vaginal, y es bastante frecuente en las relaciones sexuales.

Chasquido de mandíbula

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Si al masticar nos cruje demasiado la mandíbula, tal vez estamos siendo víctimas de una alteración muy frecuente conocida como trastorno de la articulación temporomandibular.

Silbido al respirar

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Cuando tenemos mocos secos es frecuente que, al respirar, nuestra nariz suene como una flauta dulce. A pesar de lo indecoroso del fenómeno, lo cierto es que es síntoma de buena salud: las membranas están haciendo bien su trabajo excretando una sustancia viscosa que permite retener y recubrir la suciedad y el polvo que inhalamos. Esto recuerda a cómo las ostras fabrican perlas. Los mocos verdes o amarillos pueden ser síntoma
de una infección.

Estornudos

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Para despejar las vías nasales, la musculatura del aparato respiratorio genera expulsiones violentas de aire comprimido llamadas estornudos. El aire es expulsado a una velocidad de unos 160 km por hora. Y con el aire también expulsamos saliva. Segregamos 1 litro de saliva al día, suficiente para llenar una botella. Aunque no es tanto como pensamos: un buey llega a 65 l. Donna Griffiths, de Pershore, (Gran Bretaña), empezó a estornudar a los 12 años, en 1981, y siguió hasta 1983. Es decir, que expulsó el equivalente al aire necesario para llenar 8 globos aerostáticos. Solo el primer año, estornudó 1 millón de veces. El trastorno se denomina estornudo paroxístico intratable.

Ruido malo: Algunos estornudos resultan fatales. En 2006, D. Rice, de 18 años, murió por hemorragia cerebral a causa de un ataque de estornudos. En 2004, el bateador de los Chicago Clubs estornudó 2 veces con tanta violencia que se hizo un esguince.

Chasquidos de saliva

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Cualquier movimiento de nuestra lengua genera infinidad de microchasquidos producidos por la saliva. Las glándulas salivales pueden proyectar el líquido a 160 kilómetros por hora. Por término medio, segregamos un litro de “babas” al día, lo que supone alrededor de 35.000 litros durante toda la vida. Tal vez nos parezca un poco engorroso, pero, además de ayudarnos a masticar, tragar y digerir la comida, la saliva elimina restos de comida y bacterias, y evita el mal aliento y el deterioro de nuestros dientes. Sin nuestras preciadas “babas”, perderíamos toda la dentadura en seis meses.

Voz

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Las cuerdas vocales vibran entre 80 y 400 veces por segundo. Cuando abandonamos la infancia y llegamos a la pubertad, aparecen cambios en nuestra voz. Es la época en que la voz de los hombres alcanza sus tonos más graves. La hormona testosterona que segregan los testículos provoca el desarrollo de caracteres sexuales, como que salga bigote, pero también produce un ensanchamiento de la laringe. Como en los instrumentos musicales, cuanto más ancho es el tubo, más grave es la nota que da. Por ello, los castrados tienen esa voz tan aguda.

Ruido malo: La claridad, la calidad y el volumen de la voz es una manera de detectar problemas de salud. Fumar puede hacer que las cuerdas vocales se vuelvan más gruesas, lo que provoca la “voz de fumador”.

Pitidos en los oídos

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Este ruido solo podemos escucharlo nosotros. El tinnitus (del latín “tintinear”) es un trastorno en el que nos parece oír pitidos o sonidos que no existen realmente. Hay personas que pueden oír latidos, otras zumbidos, cantos de grillo… Algunos de estos ruidos pueden ser tan altos que entorpecen la vida cotidiana. ¿Imaginas no poder dormir por un ruido que no existe?

Ruido malo: Algunos pitidos pueden ser síntoma de un exceso de cera o de que tienes alojado algún cuerpo extraño en el oído; o de una infección.

Roncar

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La intensidad de los ronquidos varía entre 35 y 40 decibelios. Pero en mayo de 1993, Kare Walkert emitió unos ronquidos de 93 dB (equivalentes a un camión grande) mientras permanecía ingresada en la unidad de sueño del Hospital Regional de Orebro, en Suecia. Casi el 50% de los adultos ronca en alguna ocasión, y el 25% son roncadores habituales. Los hombres roncan más que las mujeres.

Ruido malo: Excesivos ronquidos pueden revelar que comemos demasiado (el sobrepeso suele aumentar los ronquidos) o que bebemos demasiado. Los ronquidos también pueden ser señal de enfermedad: la apnea.

Hipo

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Aparece cuando un estímulo activa los nervios que controlan el diafragma. Durante una crisis se generan entre 15 y 60 hipos por minuto (0,5 s cada uno). Charles Osborne, de Iowa, tuvo un ataque de hipo en 1922 al pesar un cerdo antes de sacrificarlo, según el Libro Guinness de los Récords. Le duró hasta 1990.

Ruido malo: Los hipidos crónicos pueden ser un signo de que bebemos demasiado, o una señal que nos advierte de la posibilidad de un tumor en el esófago.

Borborigmos

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El estómago y los intestinos son grandes generadores de ruidos embarazosos. Médicamente son denominados borborigmos. A pesar de todo, estos ruidos son síntoma de salud: significan que el aparato digestivo funciona correctamente. Los producen unas contracciones de las paredes del tracto gastrointestinal que ayudan a empujar los alimentos y los gases a través de nuestro estómago. La razón de que se oigan más cuando tenemos hambre es que, al estar este vacío, no hay alimento que amortigüe el ruido.

Eructos

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Si no pudiéramos expulsarlos, los intestinos estarían llenos de gas, las paredes de los intestinos se dilatarían hasta el límite de su capacidad y al final acabarían perforándose. Así que Bart Simpson tenía mucha razón cuando reivindicaba: “La libertad que proclama la Constitución no incluye los eructos.”

El actual campeón del mundo más ruidoso es Paul Hunn, que alcanzó 110 dB en agosto de 2002 (YouTube “Paul Hunn 2002”). Con todo, el ser humano apenas eructa, si nos comparamos con vacas. A pesar de lo que se cree, lo más peligroso para el efecto invernadero no son las ventosidades, sino sus eructos. Producen unos 340 litros de metano al día… ¡Más que un coche!

Ruido malo: Eructar en exceso suele deberse a comer muy deprisa o a ingesta de bebidas carbónicas, pero también puede ser una señal de intolerancia a la lactosa o de trastorno, como úlcera, hernia de hiato…

Tos

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Puede alcanzar los 140 km/h al pasar por la garganta. Surgió como manera de despejar el conducto del aire de materias extrañas inhaladas, irritantes químicos y, en el curso de un resfriado, el exceso de secreciones. Tiene un parte voluntaria y otra involuntaria, y existe desde el principio de los tiempos. Pero las pastillas para la tos no llegaron hasta el año 1000 a. C., en Egipto. Los medicamentos que reducen la frecuencia e intensidad de la tos reciben el nombre técnico de antitusígenos, y actúan en el cerebro.