No hace falta trabajar con un bloque de mármol, como Miguel Ángel, para ser considerado escultor. El brasileño (aunque nacionalizado estadounidense) Dalton Ghetti utiliza como materia prima para sus obras las minas de grafito de los lápices. Armado con una aguja y una cuchilla de afeitar, el artista convierte tan delicado elemento en una obra de arte. Ghetti comenzó trabajando como carpintero, y entonces descubrió que tenía una habilidad portentosa para tallar figuras en miniatura.

Asegura que tiene una vista de lince y que por eso no necesita usar lupa para su trabajo. Cada pieza le lleva una media de entre dos y tres meses de trabajo, aunque dice que la que más tiempo le costó fue una talla de Elvis Presley en la que empleó dos años y medio de su vida. Como es lógico trabajando con un material tan delicado, muchas de sus obras acaban rompiéndose, pero en vez de tirarlas, Dalton las guarda en un armario que hace de simbólico cementerio, ya que siente un cariño especial por todas sus creaciones.

Arte con futuro

Otra de sus piezas, que en esta ocasión representa a un viejo buzón de correo. Esta pasión artística de Dalton puede parecer una frivolidad pero el microescultor asegura que esta técnica le ayuda a perfeccionarse para realizar otros trabajos en áreas más valoradas como la joyería.

Buscando la novedad

Las obras de Dalton siempre causan sorpresa.

Discípulos

Dalton ha abierto una escuela taller en Connecticutt para enseñar a los jóvenes los secretos de la microescultura.

El salvador del lápiz

Dalton recoge viejos lápices usados e incluso roídos a mordiscos, en las papeleras de las escuelas, para tallarlos y realizar sus creaciones, como esta llave que casi parece real. Todo un ejemplo de reciclaje artístico.

El triunfo de lo pequeño

Dalton asegura que la belleza de una escultura no reside en su tamaño. Y su obra es una buena muestra de ello.

Falta la letra 27

No está la eñe. Qué se le va a hacer. Pero la entrañable letra, tan característica de nuestro idioma, no está incluida en este alfabeto, que Dalton Ghetti esculpió en las puntas de veintiséis lápices recogidos de una papelera.

Homenaje al lápiz

El resultado del trabajo en la foto anterior, es este: la estructura de un templo religioso en miniatura. Dalton asegura que su arte es un intento de reivindicar este instrumento de escritura tan olvidado en la era de internet.

Las prisas no son buenas

Dalton a quien vemos aquí ultimando una de sus piezas, una iglesia, afirma que para su trabajo hay que poseer una virtud básica: la paciencia.

No se vende

El artista brasileño nunca se ha planteado vender ninguna de sus piezas. Lo suyo es amor al arte, no un simple negocio.

Piezas sofisticadas

Viendo esta talla de un brazo como una copa, uno jamás pensaría que está esculpida en el grafito de una mina de un lápiez.

Solo un hobby

Aunque parezca mentira, la microescultura (cómo este serrucho) solo es una afición para Dalton Ghetti, quien realmente se gana la vida gracias a una tienda de alfombras. Sus trabajos para la industria de la joyería o de los souvenirs, son solo una actividad ocasional.

Su obra más querida

Esta efigie de Elvis Presley fue la que más tiempo le ha costado al artista. Casi dos años le llevó terminarla.

Un trabajo minucioso

El que la obra sea de pequeño tamaño, no le resta dificultades al trabajo del artista. De hecho, temrmnar cada pieza le lleva una media de dos meses.

Una vista de lince

Otra obra del artísta brasileño: una bota como la que se comía Charles Chaplin en La quimera del oro. El escultor afirma que nunca utiliza lupa para realizar sus miniaturas.

Variaciones

A Dalton no le gusta repetirse. Y un buen ejemplo de que siempre está innovando es esta pieza con forma de corazón, esculpida en el interior del propio lápiz.

Vocación temprana

Dalton confiesa que fue en sus años escolares cuando descubrió su afición a tallar las puntas de los láices con formas extravagantes. Con los años fue perfeccionando su hablidad natural, pero jamás intuyó que aquello iba a alcanzar tanta repercusión.