En 10 ó 15 años, “las aplicaciones móviles serán el canal por medio del cual recibiremos la información”, según B.J Fogg, un investigador de la Universidad de Stanford en Palo Alto, California, que estudia el poder de persuasión de las nuevas tecnologías. “Estamos construyendo nuestra vida en torno a las aplicaciones”, dice. Estos dispositivos saben dónde estamos, e incluso lo que estamos haciendo. Por lo tanto, Fogg sostiene que pueden proporcionar información personalizada más allá de la que da internet, la televisión, la radio y los medios de comunicación tradicionales.

Algunos datos interesantes del estudio de Gravity Tank: “Los usuarios de iPhone invierten aproximadamente el 25% menos de su tiempo en leer periódicos, ver la televisión y utilizar su ordenador desde que han comenzado a usar sus widgets”.

Dean Eckles, también de Stanford, considera que las aplicaciones de estos teléfonos: “Podrían convertirse en la única lente a través de la que veremos el mundo. Ninguna otra tecnología es tan cercana, por lo que también es más fácil coger confianza con sus programas”, advierte Eckles.

Viernes 19:10

Acabo de llegar a Londres. No he planificado nada, pero antes de salir del hotel he consultado una aplicación llamada Yelp, que hace sugerencias sobre restaurantes. Mi esposa y yo vamos dando un paseo por el centro hacia el lugar recomendado que he seleccionado. Hago caso omiso a todos los demás establecimientos que ella me señala por el camino. De repente, se pierde la señal, estamos solos en las callejuelas del Soho londinense, y encima empieza a llover. Vuelve al rostro de mi mujer esa sonrisa suya, afilada…

Algunos programas, como Yelp y AroundMe, valoran los establecimientos o rutas que ofrecen según el éxito o los comentarios positivos que han aportado otros usuarios. “Sin embargo, la calidad y la fiabilidad no siempre son tenidas en cuenta para configurar su oferta”, dice Eckles. “Las recomendaciones de un barrio muy frecuentado y contrastado suelen ser más fiables que las de otros. El problema es que podemos llegar a olvidar esto y confiar en nuestros teléfonos ciegamente”. Además, y como en el resto de los campos de la tecnología, la próxima ola de aplicaciones mezclará los mundos real y virtual.

Es inminente, por ejemplo, la llegada de la “realidad aumentada”. Algunos widgets de Android ya en el mercado, como Latitude y Layar, ya utilizan la cámara de vídeo del teléfono, sensores de dirección, información sobre la localización y conexión a internet para permitir a los usuarios ver “a través de” sus móviles. “Imagínense lo que sucederá cuando alguien logre finalmente sacar al mercado una pantalla de realidad aumentada incorporada en unas gafas”, dice Eckles.

Ya hay prototipos muy avanzados, a los que este tipo de programas podrían dar el impulso final para su comercialización. Podríamos tener estas pantallas conectadas a las aplicaciones, y la información que proporcionan se superpondría constantemente a nuestra visión, desde la localización de información turística específica hasta el contenido nutricional de nuestros alimentos. “Y cuando esto suceda”, dice Eckles, “nuestros teléfonos inteligentes realmente se habrán convertido en el único objetivo a través del cual veremos el mundo”.

Redacción QUO