No se sabe hasta qué punto es habitual la eyaculación femenina genuina, ni incluso si se da solamente durante el orgasmo o incluso durante el precalentamiento excitante. Igual que pasa con el semen masculino, las mujeres que creen que eyaculan cuentan su experiencia con una gran variedad en la naturaleza y el volumen del fluido producido. Puede ir desde claro hasta blanco como la leche, y la cantidad de fluido puede variar desde unas cuantas gotas hasta más de un cuarto de taza.

La innovación real llegó en 1981, cuando los prestigiosos sexólogos estadounidenses Beverly Whipple y John Perry publicaron un reportaje sobre el caso de una mujer a quien aparentemente no le importaba eyacular en las condiciones ofrecidas por un laboratorio. Observada por un equipo de investigadores, la mujer fue estimulada por su marido hasta que alcanzó el orgasmo y después eyaculó una cantidad notable de fluido.

Según Whipple, cuando el ginecólogo Martin Weisberg leyó su informe, dijo: “Es mentira. Me paso la mitad del día examinando, recomponiendo, quitando y reconstruyendo órganos reproductivos femeninos… Las mujeres no eyaculan”. En respuesta, Whipple ofreció a Weisberg una demostración en vivo.

Lo que sigue es la descripción de Weisberg de lo que presenció, y que fue más tarde incluido en el best-seller de Whipple y Perry, The G Spot and Other Recent Discoveries About Human Sexuality (El punto G y otros descubrimientos recientes sobre la sexualidad humana): “La voluntaria pareció hacer una maniobra Valsava [agacharse como si fuera a defecar], y segundos después varios centímetros cúbicos de fluido lechoso fueron expelidos por su uretra”. ¿Podría tratarse de orina, después de todo? Eso no concuerda con el análisis químico que llevaron a cabo Whipple y otros investigadores a partir de entonces. Hallaron que la eyaculación contenía niveles muy bajos de dos compuestos, urea y creatinina, que son improntas químicas principales de la orina.

Hacia la próstata femenina

Sin embargo, contenía el antígeno específico de la próstata, o PSA por sus siglas en inglés. Es el mismo compuesto químico producido por la glándula prostática de los hombres. Es poco conocido que las mujeres también tienen tejido prostático, que parece ser el mejor candidato a convertirse en la fuente de la eyaculación femenina. Conocidas también como glándulas de Skene o glándulas parauretrales, en 2001 el Comité Federativo de Terminología Anatómica oficialmente las renombró “próstata femenina”.

Redacción QUO