Cambio sexo por agua

Una década después, las mujeres polacas hicieron votos de abstinencia para protestar contra una ley que declaraba ilegal el aborto, lo que redujo notablemente el índice de nacimientos. En Europa y Estados Unidos, algunos grupos lo hicieron como protesta por la guerra de Irak de 2003. Nueve esposas de los líderes mundiales de la APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico) amenazaron con negarles el sexo si no contribuían al cese de las hostilidades. El plan se urdió en el transcurso de una comida ante el portavoz del grupo ecologista NSW, Ian Cohen, organizada por las esposas de los primeros mandatarios de Australia, Japón e Indonesia.
El año pasado, en Kirca, un pueblo del sur de Turquía, se gestó una polémica que alcanzó cotas gubernamentales. Las mujeres del pueblo, hartas de caminar 13 kilómetros para buscar agua (el pozo local se había secado), elevaron un ultimátum a sus maridos: “Los hombres no entrarán en nuestros dormitorios si no arreglan el tema del agua”. La protesta llegó a oídos de Ali Riza Ozturk, miembro de la Comisión de Justicia del Parlamento (y también del partido opositor), quien culpó al Gobierno y al primer ministro de una crisis que llevó a los matrimonios de la localidad al borde de la separación. Tanto que hasta el propio alcalde pidió la acción del Gobierno advirtiendo del aumento de divorcios que provocaría el berrinche femenino.
También han reclamado su derecho a huelga sexual más de un centenar de mujeres y novias de pandilleros y sicarios de la localidad colombiana de Pereira en su empeño de bajar los índices de criminalidad y salvar la vida de sus hombres.
La iniciativa cobra un sentido especial en esta localidad, donde los más violentos comparan el sexo con el placer de degollar vecinos, anteponiendo el primero. La iniciativa fue promovida por Omaira, la esposa de uno de los pandilleros. La mujer se presentó ante las autoridades de Pereira, junto con otras 25 esposas, y les comunicaron la decisión. “Si a nuestros esposos les gusta el sexo, se lo quitaremos hasta que se sienten a hablar de convivencia”. Lo interesante de la propuesta no fue que obligó a una tregua, sino que también replanteó el rol de la mujer frente a la violencia en una ciudad, Pereira, que en solo un año registró casi 500 homicidios.
Algunos estudios han demostrado que muchos de los pandilleros asocian el crimen y sus uniformes con el atractivo sexual. El antropólogo Desmond Morris (autor de los libros El Hombre Desnudo y La Mujer Desnuda), quien ha estudiado el planteamiento masculino, agresivo y dominante, frente a la actitud más pasiva de la mujer, cree que el hombre ha utilizado el sexo a veces más como una conquista que le permite reforzar su ego. Todavía, en algunas culturas supone un modo de confirmar posiciones. En muchas partes del mundo, el matrimonio continúa siendo una forma de contrato. Ella cede al marido el uso exclusivo de su sexualidad, y él a cambio le garantiza seguridad y mantenimiento.

Arma de poder

Pero sería hipócrita lanzar balones fuera cuando a diario estamos asistiendo a episodios en los que el sexo se utiliza como arma arrojadiza. Casi podría definirse como una esclavitud fálica que le permite a la mujer dosificar el sexo e ir manejándolo a su antojo. Bien como castigo, bien como refuerzo positivo.
No todo puede ser reprimendas. Un insólito cartel, con la imagen de un niño de no más de 7 años mirando dentro de las braguitas de una niña, inauguró la temporada de verano un local de copas de Almería. En el cartel, la niña decía: “Mira, con esto voy a controlar tu vida”. El reclamo sexista para el consumo de alcohol con el mensaje del sexo como poder y la utilización de menores motivaron la inmediata retirada de los 2.000 carteles que se habían repartido por la ciudad, y la posterior investigación por parte de la Junta de Andalucía. Por esos días, una discoteca en Granada jugaba también a un peculiar Monopoly en el que las pujas tenían como objeto chicas menores de edad. Ambos carteles se retiraron, pero como efecto dominó, una nueva publicidad desató otra vez la polémica; esta vez, en un pub malagueño. Allí, el argumento era uno de los morbos masculinos más recurrentes: chicas vestidas de colegialas a quienes se ofrecía una copa gratis por acudir de esta guisa.

Recordemos que en las últimas elecciones belgas, la candidata al Senado Tania Derveaux prometió sexo durante su campaña a cambio de votos. Su oferta se limitaba a 40.000 personas. El fiasco vino cuando sus seguidores tuvieron que conformarse con un vídeo colgado en YouTube, y ni siquiera protagonizado por ella, sino por una japonesa.
El verano pasado también fue noticia el caso de una señora que obsequió a su marido, con motivo de su 40º cumpleaños, con sexo diario durante un año. Creía que era un regalo perfecto e inolvidable. Confiesa que sus amigas se juraron a sí mismas mantener la boca cerrada para evitar que sus maridos solicitasen el mismo regalo. Su hazaña quedó detallada en su libro 365 noches: memoria de intimidad. Y en política, no nos engañemos, sexo y poder forman una auténtica golosina. ¿No se ha teñido de rosa la crónica del Gobierno de Francia? ¿No hemos devorado el folletín erótico de Silvio Berlusconi que nos sirvió por entregas y con puntualidad británica la prensa italiana?

Las relaciones del futuro

Cabe preguntarse si veremos invertido este reparto de fuerzas. En la comedia norteamericana 40 días y 40 noches, una de las mujeres ávidas de sexo le reprocha al protagonista su castidad voluntaria: “Lo que pretendes es arrebatarnos el poder; tú estás haciendo con el sexo lo que las mujeres hemos hecho toda la vida”.
La respuesta de algunos hombres ha sido aprender las costumbres del rotífero deloide Adineta ricciae, un animal microscópico que ha demostrado que la vida sin sexo es posible. Su especie ha sobrevivido a pesar de su reproducción asexuada durante 80 millones de años en absoluto celibato. ¿Será esta la respuesta masculina?

Redacción QUO