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Publipornografía

Calvin Klein asaltó el mundo publicitario con un anuncio de vaqueros en el que Brooke Shields decía: “No hay nada entre mis Calvin y yo”.

El fotógrafo David LaChapelle fue el primero en tratar a las estrellas porno como modelos, y a las modelos –y cantantes, y actrices, y famosos en general– como estrellas porno. Pero los que han llevado lo más salado de la imaginería sexual a las portadas de las revistas de marca han sido los alemanes Juergen Teller y Steven Meisel. Su estudiado naturalismo –trabajan con flash asesino, reniegan del Photoshop– aporta a las fotos una dimensión sensual, sucia y un poco aromática, a la par que punk y decadente.

Teller desnudó a Charlotte Rampling sin quitarle un año de edad, y sus reportajes documentan la mañana después de una fiesta donde la jet set perdió los papeles en una orgía de sexo, drogas y alcohol.
El pasado noviembre, Steven Meisel se inspiró en el dogging y el polémico trabajo de Kohei Yoshiyuki para disparar a un grupo de modelos casi totalmente desnudos que practican sexo en un parque. Originalmente pensada para Vogue Italia, esta rechazó el conjunto de fotografías, por considerarlo demasiado pornográfico, pero acabó publicado en la revista V, la “hermana mala” del Vogue americano.

El estadounidense Terry Richardson se está ganando el puesto de tercer mosquetero, ya que empezó con unas fotos de dormitorio a Lindsay Lohan para GQ y ha culminado con una campaña para American Apparel con Sasha Grey como protagonista.
Mención especial merecen las bellísimas composiciones que realiza Clayton Cubitt –alias The Siege– con la pequeña diosa Justine Jolie como protagonista.

El matriarcado

Susannah Breslin, más conocida en la red como The Reverse Cowgirl, convirtió su fascinación por Porn Valley (meca del cine porno) en una cruzada literaria y artística donde los profesionales del sexo resultan más glamurosos que las modelos de Vanity Fair. Muestra la belleza de la trastienda del sexo a través de sus fotos, y el potencial fetichista de las firmas de moda.

Junto con su colega y admiradora Debauchette (stripper de vocación y, como hemos señalado, editora de la revista Beautiful & Depraved), la estrella de la cultura digital Xeni Jardin y un creciente grupo de imitadoras-admiradoras han enterrado el mito de que las mujeres encuentran la pornografía denigrante.
“Favorecemos el lenguaje y la desnudez explícitas”, explica Debauchette. Para ellas, lo único malo de la pornografía es la mala pornografía, y les gusta el sexo en todas sus manifestaciones, desde las explícitas cintas hardcore hasta los delicados anuncios de Miu Miu. Si no te gusta, no mires.

Pero la revolución sexual nativa y específica de la red es el sexo virtual, aunque no como lo imaginábamos. Lo dice Dan Tynan en PC World: la nueva frontera es el porno de bolsillo. El año pasado, la industria del sexo ideó una tarifa plana para los usuarios de telefonos 3G que disparará el ancho de banda de la telefonóa móvil. Farley Cahen, vicepresidente de AVN Media Network, asegura que hay cientos de páginas para descargar vídeos X en el iPhone. Juniper Research augura que en 2012 este mercado moverá más de 4.000 millones de dólares.

Redacción QUO