De hecho, Leonore Tiefer, de la Escuela Universitaria de Medicina de Nueva York, cree que: “La investigación podría haber sido más determinante si a las mujeres que no tenían orgasmos vaginales se les hubiera enseñado cómo tener esa experiencia y, después, se hubieran repetido las medidas del área uretro-vaginal”. “Pero eso”, añade Tiefer, “habría implicado enseñar a sus parejas un montón de cosas”. En el caso de que Whipple y Tiefer tuvieran razón, se trataría simplemente de buscar ese “punto”, esa zona, con más ahínco, habilidad y menos represión. Y entre dos, que resulta más fácil. La otra posibilidad, aceptada por el propio investigador italiano, es que el “buen fantasma” sean las estribaciones interiores del clítoris.?De hecho, es difícil determinar el exacto tamaño de este órgano. Entre glande, cuerpo y raíces puede llegar a medir hasta 12 cm. Sin embargo, en estado de reposo su glande no tiene más de 4 a 5 mm, aunque aumente hasta 1-1,5 cm durante la relación sexual. El cuerpo (en su mayoría, oculto) está entre 4 y 5 cm. Así que solo tenemos presente la punta de un enorme iceberg en esta bendición que es nada más y nada menos que la fuente del placer de la mitad de la Humanidad, y que, en su grandeza, se retrae como un tímido y se esconde debajo del capuchón en el momento cumbre. ¿Será que el clítoris alcanza la pared interna de la vagina y, por tanto, está implicado en todo orgasmo femenino?
Parches en su punto
Pero casi lo que más consecuencias traerá de todas estas investigaciones es lo que vendrá a partir de ellas. El propio equipo de Jannini está ahora empeñado en estudiar si el punto G se modifica cambiando los niveles de testosterona. Usan un parche de esta hormona relacionada con la libido, llamado Intrinsa, en mujeres con menopausia precoz para ver los efectos posibles en el tamaño del punto G. De momento sí hay consecuencias en el clítoris y en las glándulas de Skene. Lloyd cree que: “La gran variedad de respuesta femenina ha hecho el agosto de la industria farmacéutica, y en adelante tendrán que informar de las indicaciones de cada producto nuevo”. Porque si algo ha quedado claro de esta búsqueda de la clave del punto G, es que ellas tienen diversas fisiologías, que su respuesta sexual es muy variable y que no experimentar orgasmos vaginales no es una disfunción, sino una peculiaridad. En fin que, a diferencia de lo que las féminas reprochan siempre a los hombres, no todas las mujeres son iguales.
Amelia Die/Linda Geddes, New Scientist

Redacción QUO