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Hitler

  • El concepto de la superioridad racial llevado al extremo, hasta el exterminio de los considerados inferiores.
  • Sus deseos de demoler el Berlín de toda la vida y sustituirlo por una nueva ciudad: Germania.
  • La militarización exhaustiva
  • de toda la sociedad.
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Stalin

  • Su envidia del carisma de los otros líderes soviéticos (Trotsky y Lenin).
  • Eliminación implacable de sus rivales políticos.
  • Instaurar el culto a su persona.
  • La consideración del pueblo como una masa que debía ser salvada, lo deseara él o no.
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Calígula

  • Darle a la excentricidad de sus órdenes (nombrar a su caballo senador, mandar a las legiones que recogieran conchas marinas…) rango de ley.
  • Sadismo infantiloide y caprichoso.
  • No calibrar el odio y el miedo que sus actos provocaban en sus súbditos.
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Napoleón

  • Su empeño de conquistar Europa para esparcir las ideas de la Revolución Francesa.
  • Creer que su figura encarnaba esos ideales.
  • Considerarse invencible.
  • Coronarse emperador.
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R. Nixon

  • Su paranoia sin límites, que le llevó a grabar to­das las conversaciones que tenían lugar en el Despacho Oval.
  • Precisamente esas grabaciones demostraron su implicación en el Watergate.
  • Su afirmación fuera de sí en una entrevista televisiva de que el espionaje político no era delito si lo ordenaba el presidente.
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G. Bush

  • Su visión extremamente maniquea del mundo.
  • Su mesianismo: “Nuestro país ha sido elegido por Dios para implantar la justicia global”, declaró a Newsweek en 2003.
  • Inflexibilidad que a veces le im­pide ver la rea­lidad. Por ejemplo, su empeño de que en Irak había armas biológicas.
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Mitterrand

  • La realización de obras faraónicas (la pirámide del Louvre, el arco de la Défense) con un coste económico fastuoso.
  • La ocultación obsesiva de su enfermedad, incluso a su esposa, convertida en secreto de Estado.
  • Ser insensible a las críticas. Solía decir: “Soy el saco de boxeo de los franceses, pero el boxea­dor siempre se cansa antes que el saco”.
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Chávez

  • Su obsesión por buscar un enemigo exterior (Bush, Obama…).
  • Sus intentos por lograr la reelección indefinida.
  • Su ego, palpable en su programa de tv Aló Presidente.
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Sarkozy

  • Ansias de protagonismo (romance con Carla Bruni, liberación de las azafatas retenidas en el Chad…).
  • Sus pulsos a los sindicatos y a la oposición.

Redacción QUO