En el mundo animal, los machos tienen que lograr atraer la atención de las hembras para lograr aparearse y, en ocasiones, tienen que competir también con otros rivales. Por ese motivo, los más fuertes o los que lucen atributos más llamativos suelen ser los que tienen más posibilidades de reproducirse.

Pero, en ocasiones, la naturaleza dota a los machos menos capacitados de mecanismos que les permiten sobreponerse a su inferioridad inicial. Así, por ejemplo, hay una variedad de escarabajos en la que los machos que tienen unos cuernos más grandes resultan más atractivos para las hembras. Pero se ha observado que aquellos ejemplares que tienen unos cuernos enanos, muestran por el contrario unos testículos hinchados, señal de que tienen una mayor capacidad reproductora.

Pero, ¿puede ocurrir algo parecido en los seres humanos? Hay indicios de que, en ocasiones, sí. Así lo apuntan los resultados de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Australia. Los autores del estudio les pidieron a un grupo de mujeres heterosexuales que calificaran a una serie de hombres, diciendo cuales les parecías más viriles y atractivos.

Y el resultado fue el esperado, ya que los más fuertes y musculados fueron considerados también los más viriles. La sorpresa vino cuando se analizaron muestras de esperma de los voluntarios y se descubrió que los varones más fuertes lo tenían de menos calidad. Tenía menos cantidad de espermatozoides.

Pero, ¿cómo puede ser esto posible? Los investigadores reconocen que necesitan hacer más estudios para establecer las causas concretas. Pero manejan una hipótesis. La testosterona aumenta en los varones cuando se ejercitan los músculos, pero una cantidad excesiva de esta hormona podría ser contraproducente para la calidad de la eyaculación.

Un lío, en definitiva.

Fuente: Smithsonian magazine.

Vicente Fernández López