De Adolf Hitler siempre se ha dicho que tenía la capacidad de enardecer a las masas, y sus inflamados e incendiarios discursos se han convertido en un clásico del «arte» de la demagogia. Tradicionalmente, se ha afirmado que sus excepcionales dotes de líder fueron uno de los factores determinantes que llevaron al partido nazi de ser una fuerza marginal y antisistema a hacerse con el poder en Alemania.

Pero, ahora, un nuevo estudio realizado por un equipo de la University of Konstanz de Alemania, pone esa idea en cuestión. Los investigadores han cruzado los datos relativos a las apariciones públicas que Hitler realizó durante las diversas campañas electorales que tuvieron lugar entre los años 1927 y 1933, y los resultados obtenidos en las urnas.

Y los resultados revelan que los lugaresen los que pronunció algunos de sus discursos más famosos antes de llegar al poder, no fueron precisamente aquellos en los que tuvo más votos. El estudio, por supuesto, tiene varias limitaciones, pero resulta muy interesante por cuanto cuestiona el impacto que un líder carismático y demagógico pueda tener en la opinión pública.

Pero, ¿entonces a qué se debe el arrollador ascenso de los nazis? Más que al infame carisma de Hitler y a la habilidad de su discurso (que, insistimos, los investigadores no niegan, aunque limitan su impacto), los autores del estudio apuntan a que las circunstancias tan difíciles que atravesaba el país (la crisis, el paro…) fueron las que empujaron a muchos alemanes a apoyar a los nazis.

Es decir, según este estudio, aunque Hitler no hubiera tenido la capacidad de enardecer a las masas, el nazismo podría haber triunfado igual gracias al conflictivo contexto del momento.

Fuente: IFL Science.

Vicente Fernández López