El llamado Triángulo de las Bermudas es sinónimo de misterio. La leyenda habla de numerosas desapariciones de barcos y aviones en esa zona del planeta. Y, aunque es cierto que algunas de ellas si se produjeron, otras muchas son simples mitos. Los investigadores afirman además que en ese lugar no se producen más desapariciones que en otras partes del planeta.

Pero, ¿cuál es la causa de que algunos barcos y aviones hayan desaparecido allí? Pues bien, parece que no hay un solo motivo, y que cada desaparición puede deberse a distintas causas, que van desde errores humanos a actos de piratería (en el caso de los barcos) o a explosiones de bolsas de gas metano condensadas en el fondo marino.

Y, ahora, un equipo de la Universidad de Southamton propone otra posible causa: lo que los anglosajones llaman rogue waves, olas gigantescas o monstruosas. Se trata de olas muy pronunciadas y altas que pueden medir hasta 30 metros de altura, y que surgen inesperadamente en el mar, incluso en condiciones atmosféricas favorables. No hay que confundirlas con los tsunamis, que son provocados por movimientos sísmicos.

Hasta muy recientemente, la ciencia era reacia a admitir la existencia de este fenómeno. Se decía que, estadísticamente, la probabilidad de que se produjesen olas de semejante altura era tan baja, que lo más probable es que apareciese una cada mil años. Pero en 1995 se documentó oficialmente la existencia de este tipo de olas después de que una de ellas golpease una plataforma petrolífera en el Mar del Norte. Posteriormente, en 2004, el proyecto MaxWave de la Agencia Espacial Europea encontró, gracias a su red de satélites, evidencias de que este fenómeno, aunque raro, era más habitual de lo que los cálculos estadísitcos podían indicar.

Por eso, los ivnestigadores de Southampton crearon una simulación en la que confrontaron a una réplica del USS Cyclops, un barco desaparecido en el triángulo en 1918, con una de estas olas. Y el resultado fue que el buque no sobrevivió al embite. De hecho, según los autores del estudio, cuanto más grande es la nave, menos posibilidades tiene de esacapar a una ola gigante.

Fuente: LiveScience.

Vicente Fernández López