La única imagen que tenemos de los grandes personajes de la antigüedad es las que nos han transmitido las estatuas y las pinturas, muchas de las cuales están bastante idealizadas. Pero, ¿es posible saber cómo eran realmente? Un equipo del National Museum of Antiquities de Leiden, en los Países Bajos, ha realizado una reconstrucción tridimensional del rostro de Julio César. Para llevarla a cabo han tomado como base los datos extraídos de dos bustos de marmol, y de su efigie reproducida en las monedas de la época.

Y el resultado revela un detalle sorprendente e inesperado. Según esta reconstrucción, Julio César sufría una evidente deformación craneal. Pero, ¿a qué se debía? Se suele creer que César nació por cesárea, aunque este hecho no está confirmado, ya que según los historiadores, ese tipo de intervención casi siempre se realizaba en el caso de la muerte de la madre, y la del emperador romano sobrevivió al parto.

De todas formas, los restauradores han consultado con varios médicos, cuyo veredicto ha sido que, con casi total probabilidad, se trata de una deformación producida durante su nacimiento. Lo que indica que debió de ser un parto bastante complicado.

La restauración también confirma que César sufría una incipiente calvicie. Algo que ya se sabía por algunas crónicas, que relatan que solía peinarse con el cabello hacia delante para taparla. Estos descubrimientos se suman a lo que ya conocíamos sobre la delicada salud de Julio César. El emperador romano sufría ataques que generalmente se han atribuído a la epilepsia. Aunque un estudio reciente sugirió que tal vez estuvieran causados por un tumor cerebral.

Fuente: IFL Science.

Vicente Fernández López