Que Albert Einstein fue uno de los científicos más importantes de la historia es algo que no admite dudas. Pero, además, fue un hombre comprometido con su tiempo, que se manifestó públicamente contra los regimenes despóticos de los años 30 y también contra el racismo. Llegó a apoyar al movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos y declaró en alguna ocasión que el racismo era una enfermedad de los blancos. Por ese motivo, han causado una gran sorpresa algunos de los comentarios que contienen unos diarios suyos que acaban de publicarse por primera vez.

Entre octubre de 1922 y marzo de 1923, Albert Einstein viajó por varios países asiáticos y recogió sus impresiones en una serie de diarios que se conservaban en la Universidad de Princeton, y que ahora acaban de ser publicados. En ellos escribió cosas que hoy en día serían tildadas abiertamente de racistas.

De los chinos dice, por ejemplo, que se asemejan más a autómatas que a personas y que incluso aquellos que trabajan como animales parecen no sufrir de forma consciente. Comenta también que, en vez de sentarse en bancos para comer, lo hacen poniéndose en cuclillas, de idéntica forma a la que los demás nos colocamos para defecar. Y, como colofón, dice que le resulta difícil distinguir a los hombres de las mujeres, y que no entiende cómo los varones encuentran atractivas a las mujeres chinas para procrear con ellas.

Con los japoneses es algo más indulgente, ya que alaba su elevada espiritualidad y su sensibilidad artística, pero dice que le parecen intelectualmente poco dotados. Y los habitantes de India y otros países tampoco se libran de comentarios de idéntica índole.

Como todo, dichos comentarios hay que situarlos en el momento en el que se hicieron y no pueden juzgarse con la misma severidad que usaríamos para otros hechos hoy en día. Pero, aún así, reflejan otra faceta del brillante científico que confirma que (como todas las personas) era alguien complejo y también contradictorio.

Fuente: LiveScience.

Vicente Fernández López