Siempre se ha relacionado un estilo de vida sedentario con una salud deficiente. Pero, ¿es posible que esto también afecte a nuestra personalidad? ¿Cómo influye? ¿Qué cambios provoca en nuestro carácter?

Investigaciones anteriores mostraron ciertas relaciones entre la falta de ejercicio y la disminución de rasgos de carácter como la conciencia. Ahora, un equipo dirigido por el psicólogo Yannick Stephan de la Universidad de Montpellier (Francia) ha llegado a nuevas conclusiones después de combinar los datos de dos grandes estudios basados en encuestas. El Estudio Longitudinal de Wisconsin (WLS, por sus siglas en inglés) dio seguimiento a personas graduadas en escuelas secundarias de ese estado en 1957, así como a algunos de sus hermanos. El estudio Midlife in the United States (MIDUS) reclutó a personas de todo el país. Los participantes de ambos grupos habían completado cuestionarios de personalidad cuando fueron reclutados por primera vez en la década de 1990, respondiendo a preguntas sobre sus hábitos de ejercicio y salud.

Casi 20 años después, un total de unas 9.000 personas volvieron a realizar las mismas encuestas. Stephan y su equipo hallaron que los sujetos que reportaron ser menos activos tuvieron mayores reducciones en promedio en la conciencia, la apertura, la simpatía y la extroversión (cuatro de los cinco grandes rasgos de la personalidad) incluso después de tomar en cuenta las diferencias en la personalidad y la salud de base. No se encontró ninguna relación con el quinto rasgo, el neuroticismo. Los cambios en los rasgos fueron pequeños, pero el vínculo con el ejercicio resultó relativamente fuerte.

¿Qué es lo que ocurre para que la falta de ejercicio y el sedentarismo lleven a estos cambios en el carácter de una persona? Según los expertos, pueden estar involucrados numerosos mecanismos, desde factores fisiológicos como la respuesta al estrés hasta cambios en la capacidad física, que pueden afectar el grado de socialización de las personas. «La personalidad es, en parte, lo que hacemos repetidamente, y los cambios en los hábitos pueden consolidarse en cambios en la personalidad», dice el epidemiólogo Markus Jokela de la Universidad de Helsinki, que no participó en el nuevo estudio.

Sin embargo, las correlaciones no prueban la causalidad. Factores adicionales, como la genética o eventos de vida anteriores, podrían estar afectando tanto a los niveles de ejercicio como a la personalidad. Todos estos nuevos hallazgos también necesitan ser replicados en muestras de diferentes culturas y en otros estudios que utilicen medidas objetivas de un estilo de vida activo.

Sin embargo, el nuevo análisis subraya la idea de que la personalidad es maleable a lo largo de la vida. También concuerda con estudios que sugieren que la personalidad está relacionada con la salud. «Estos hallazgos enfatizan aún más la necesidad de promover la actividad física en la mediana edad y en la tercera edad», dice Stephan.

Todos los resultados de este nuevo estudio fueron publicados el pasado mes de abril en la revista Journal of Research in Personality.

Fuente: Scientific American

Belén Robles González