Reino Unido tiene la menor tasa de lactancia materna de todo el mundo. Tan solo de un 1% frente, por ejemplo, al 29% de España, que se sitúa en la media europea. Para intentar elevarla, la Agencia de Salud Pública británica puso en marcha un interesante experimento: pagar 120 libras a las madres jóvenes de tres condados que dieran el pecho a sus hijos durante los dos primeros meses de vida del recién nacido, y un suplemento de otras ochenta libras a las que siguieran haciéndolo hasta los seis meses.

Y el resultado fue que se produjo un aumento de un 6% en la lactancia materna entre las madres de los lugares donde se puso en marcha dicha medida. La finalidad de este proyecto es, sobre todo reivindicativa, ya que muchas mujeres dejan de dar el pecho a sus hijos por la imposibilidad de encontrar tiempo y espacios adecuados para ello, tanto en su entorno laboral como en el del resto de su vida cotidiana.

Pero dado que la lactancia materna ha sido vinculada con una mayor fortaleza del sistema inmune del recién nacido, lo que implica una mayor resistencia a las enfermedades los impulsores de la medida también creen que podría tener a largo plazo un impacto económico muy beneficioso para la nación, y que si se aumentase la cifra de mujeres que dan el pecho a sus hijos, la seguridad social podría ahorrarse hasta veinte millones de euros anuales.

Según los datos que maneja la Asociación Española de Pediatría, los países que presentan mayores cifras de lactancia materna hasta los seis meses de Edad son los países nórdicos con cifras cercanas al 100%. Seguidos por los países del sudeste asiático y los del continente africano. Dichos datos muestran que, salvando la excepción nórdica, las tasas de lactancia materna son mayores en los países con menores recursos económicos, dada la dificultad de adquirir (por su coste económico) alimentos preparados para los bebés.

Vicente Fernández López