Los flechazos existen. Lo que ya no estamos tan seguros es de que esa incomparable sensación que se produce al ver a otra persona sea realmente amor. O, al menos así se deduce de los resultados de un experimento realizado por la Universidad de Groninga, en Países Bajos.

Los autores del estudio manejaban estadísticas según las cuales una de cada tres personas había experimentado un enamoramiento a primera vista, y quisieron comprobar si ese dato era cierto. Para ello realizaron un experimento con trescientas personas de ambos sexos.

Y lo que observaron fue que cuando más atractiva era la persona a la que se veía, más posibilidades había de que los voluntarios experimentasen ese “enamoramiento a primera vista”. Y también comprobaron que esta reacción era más habitual entre los hombres que entre las mujeres.

La conclusión a la que han llegado los autores del experimento es que en realidad no se trata de amor, sino más bien de deseo. Los investigadores creen que cuando las personas cuentan que en su vida se han enamorado alguna vez de una persona a la que acaban de conocer, en realidad, lo que estaban experimentando era pura atracción física pero, al recordar la experiencia, le atribuyen otras características vinculadas con los sentimientos románticos.

Para confirmarlo, escanearon la actividad cerebral de los voluntarios cuando veían a esa persona que les había provocado el flechazo, y comprobaron que se activaban las áreas vinculadas con el deseo sexual, pero no ninguna de las que están relacionadas con el afecto o el cariño. Otra cosa bien diferente es que, con el tiempo, algunos de esos enamoramientos repentinos puedan convertirse en verdadero amor (si es que alguien sabe definir realmente que es eso).

Como decía el título de aquella película española: ¿por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

Vicente Fernández López