Durante más de medio siglo, formar parte de la tripulación de un submarino fue algo casi suicida. Si la nave se iba a pique, las posibilidades de rescatar con vida a los tripulantes de la misma eran casi nulas. Pero todo cambió a partir del 23 de mayo de 1939. Ese día, el submarino estadounidense SS-192 Squalus zarpó de su base de Porsmouth para realizar unas maniobras. Algo falló al realizar la inmersión, y el agua comenzó a entrar en la nave. Aunque los marinos lograron cortar la inundación, la nave quedó hundida a 72 metros de profundidad. Además, habían fallecido veinte de los miembros de su dotación.

¿Cómo sacar la nave de allí? La marina estadounidense decidió jugársela utilizando por primera vez un diseño llamado Pulmón de Momsen. Había sido creado en 1925 por el teniente Charles Momsen, y consistía en una especie de campana metálica equipada con un dispositivo que depuraba el aire del interior. Se adhería a la escotilla del submarino, y haciendo un vacío que permitía abrirla para sacar a sus tripulantes.

La campana de Momsen tenía una capacidad apra albergar a siete personas, y se izaba con cables como si fuer aun ascensor. El invento resultó ser todo un éxito y, en varios viajes, logró sacar a casi toda la tripulación.

Desafortunadamente, en el último de ellos, se partió el cable que la sostenía, y fue necesario enviar buzos para volver a atarla y sacarla luego con la ayuda de una grúa.

Todos los supervivientes del hundimiento de la nave fueron rescatados con vida, y aquel suceso marcó el inicio de las grandes operaciones de rescate submarino.

Vicente Fernández López