En cuanto a los maniquíes, hemos pasado por modas de todo tipo. Desde los realistas, protagonistas de las pesadillas de muchos desde el primer capítulo de Doctor Who o tras ver la película con su mismo nombre, hasta los minimalistas de ahora en un impoluto color blanco. No obstante, todos coinciden en algo: son perfectos y tienen un tipazo.

Pero tanta belleza de plástico no parece gustar a los compradores potenciales, especialmente si no se sienten cómodos con su cuerpo. Eso es lo que asegura una investigación realizada por la Escuela de Negocios de UBC Sauder, que encontró que los consumidores con menos autoestima son mucho más propensos a tener una reacción negativa hacia la ropa que viste uno de estos maniquíes que aquellos que están encantados de conocerse. El efecto fue el mismo en hombres y en mujeres.

«Cuando un maniquí es un ejemplo de perfección, recuerda a las personas más vulnerables que ellas no tienen esas medidas», afirma Darren Dahl, profesor y coautor del estudio de UBC Sauder. «El problema es el ideal de belleza que representan estas figuras, cuando las personas sienten que no cumplen dicho idea, su visión del producto también disminuye».

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores encuestaron a los participantes acerca de su nivel de autoestima en cuanto a su apariencia física. Después, evaluaron prendas como bikinis y vestidos en los maniquíes. Curiosamente, cuando los investigadores dañaban la cara de los maniquíes haciendo una señal, quitándoles el pelo o ‘arráncandoles la cabeza’ los consumidores con peor opinión de sí mismos redujeron su tensión, probablemente porque el maniquí ya no reflejaba altos estándares de belleza.

Los investigadores aconsejan que se utilicen medios maniquíes en lugar de los completos, ya que causan menos efectos emocionales en los compradores.

Vía | sciencedaily.com

Redacción QUO