Las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba vuelven a estar en un momento crítico y, en esta ocasión se debe a un motivo realmente sorprendente. Las autoridades norteamericanas afirman que un grupo de diplomáticos y funcionarios destinados en la isla caribeña fueron víctimas de un ataque con armas sónicas en otoño de 2016.

Según parece, dichos diplomáticos han perdido la audición y es probable que algunos de ellos no la recuperen jamás. Pero, ¿es creíble que pueda haberse producido un ataque de este tipo?

Lo cierto es que las armas sónicas existen.La propia policía de EE UU utiliza el llamado LRAD, acrónimo de Long Range Acoustic Device. Se trata de un dispositivo capaz de emitir a larga distancia un haz de sonido de gran potencia. Su función es disuasoria ya que crea una presión sonora de 162 decibelios, cuando el umbral del dolor humano está en 130.

Pero el caso cubano revestiría unas características especiales. Según las autoridades americanas, las armas empleadas operarían en un rango sonoro no perceptible por el oído humano. Por supuesto, esta historia ha sido recibida con escepticismo en muchos ámbitos, y hay incluso quien la compara con el caso de la explosión del acorazado Maine, aludiendo a la presunta intención de Estados Unidos de buscar un pretexto para provocar un conflicto diplomático con Cuba.

Lo único que se sabe con certeza es que, salvo dispositivos como el que usa la policía americana, existen pocos datos fiables sobre el uso de armas sónicas en el mundo. se sabe que tanto Estados Unidos como Rusia han experimentado con ellas, pero se desconoce si dichos proyectos han desembocado en la creación de un arsenal sónico.

Además, tampoco hay que descartar que los daños auditivos sufridos por los diplomáticos norteamericanos se hubiesen producido accidentalmente por el fallo de algún dispositivo sonoro. Algo similar ocurrió en 1999 en una bodega de Coventry (Gran Bretaña) dónde, a causa del mal funcionamiento deun extractor, se generaron infrasonidos que afectaron a los trabajadores del lugar provocándoles alucinaciones.

Vicente Fernández López