El pasado mes de mayo falleció en California un hombre de 77 años llamado James Barrett. El suceso en princpicio no habría tenido especial relevancia si no llega a ser porque, de forma inesperada, reveló un misterio forense realmente fascinante.

El primer informe reveló que el hombre había fallecido de un shock séptico desencadenado originalmente por una infección en la orina. La sepsis cuando las sustancias químicas liberadas a la sangre para combatir una infección desencadenan una inflamación generalizada, lo que conduce a la formación de coágulos de sangre, privando a los órganos de nutrientes y oxígeno. Algunos órganos puede fallar y, en el peor de los casos, la presión arterial baja y el corazón se debilita, lo que lleva al shock séptico.

Pero un segundo examen hizo que los forenses se fijasen en un detalle que les había pasado desapercibido: el hombre era parapléjico, una condición que (cuando se debe a heridas o accidentes) puede provocar sepsis. Pero, ¿qué era lo que le había dejado confinado en una silla de ruedas?

Los médicos investigaron en el historial del paciente y descubrieron que en 1958 había sido herido de un balazo durante una pelea, lo que causó una grave herida en su médula espinal. Los forenses consideraron por tanto que aquel disparo fue lo que causó su muerte más de medio siglo después.

No es la primera vez que sucede algo similar. En 2014, los forenses también certificaron que la muerte de James Brady, el portavoz de Ronald Reagan que fue gravemente herido de un disparo durante el atentado de 1981, había sido un homicidio ya que falleció a causa de las secuelas de aquella agresión con arma de fuego.

Vicente Fernández López