El próximo 25 de junio se cumplirán 141 años de la batalla de Little Big Horn, en la que los indios sioux, aliados con los cheyennes, derrotaron al Séptimo de Caballería de George Armstrong Custer. Aquella fue la última gran victoria de los nativos americanos, por aquel entonces denominados pieles rojas. Pero casi un siglo y medio después, los herederos de Toro Sentado y Caballo Loco han conseguido un nuevo gran triunfo.

Los sioux de la reserva de Standing Rock, en Dakota del Norte, se levantaron para protestar contra la construcción del oleoducto Keystone XL, a través de sus tierras sagradas. Además de iniciar una serie de protestas activas, los residentes nativos acudieron a los tribunales para denunciar el daño que esa infraestructura suponía para sus creencias, al violar el territorio sagrado de sus antepasados.

Y, ahora, un juez ha sentenciado que la construcción del oleoducto viola las leyes existentes. Por supuesto, el tribunal no ha tenido en cuenta las cuestiones espirituales de los indígenas, pero si el hecho de que quienes diseñaron el proyecto no tuvieron en consideración los informes sobre su impacto medioambiental.

Para los sioux esta victoria legal resulta especialmente simbólica.Hay que tener en cuenta que Standing Rock es la reserva en la que fueron confinados tras Little Big Horn, y también es el lugar en el que uno de sus más legendarios jefes, Toro Sentado (cuyo nombre en lakota era Tȟatȟaŋka Iyotȟaŋka), fue asesinado de un disparo. Por otro sioux, es cierto, aunque nunca han faltado sospechas de que el asesino actuó inducido.

Fuente: IFL Science.

Vicente Fernández López