Los restos del Jenny Lind, un buque que naufragó en el Océano Pacífico, mientras realizaba la travesía entre Australia y Singapur, han desaparecido casi por completo del fondo del mar. Cuando fueron descubiertos en 1987, la nave se encontraba en un estado de conservación bastante bueno pero, actualmente, solo quedan las partes metálicas que componían su estructura.

La noticia no iría más allá de lo anecdótico sino fuera porque es un fenómeno que está ocurriendo en muchos lugares del mundo. Numerosos pecios han desaparecido casi por completo, o están a punto de hacerlo. En algunos casos todo se debe a causas naturales. En el caso del Jenny Lind, su deterioro se ha debido a una combinación fatal de factores causados por las fuertes corrientes oceánicas, y por las peculiaridades del agua en esa zona, ya que se encuentra muy cerca de un conocido volcán submarino.

Pero en otras ocasiones, los pecios desaparecen por la acción del ser humano. Concretamente en la zona del Pacífico y del Mar de La China están floreciendo las bandas organizadas que se dedican a expoliar los restos de los barcos hundidos durante la II Guerra Mundial. Sin ir más lejos, el pasado mes de febrero se reportó la desaparición de tres buques de guerra japoneses (Kokusei Maru, el Higane Maru, y el Hiyori Maru), hundidos cerca de las costas de Borneo.

Los restos de estos barcos son una importante fuente de ingresos para estas bandas, ya que tan solo por las hélices de bronce se pagan unos 2.500 dólares por tonelada de peso. Y para desmontarlos utilizan incluso explosivos, con el consiguiente daño que ocasionan en los fondos marinos.

Pero para otros pecios, su mayor enemigo no es humano. De hecho, ni siquiera resulta visible a nuestros ojos. Es el caso del Titanic, cuyos restos descansana una profundidad de unos 4.000 metros, y que se han convertido en el menú preferido de una bacteria extremófila llamada Halomonas titanicae. Este microorganismo se alimenta de hierro pero, al tiempo que lo devoran, las bacterias forman una especie de capa que envuelve el pecio. Por ese motivo, está aparentemente intacto. aunque, en realidad se encuentra tan carcomido, que un simple golpe podría hacer que se desmoronase.

Los expertos advierten de que los restos del Titanic podrían haber desaparecido para siempre en solo veinte años.

Vicente Fernández López