Las pruebas de ADN sirven para esclarecer misterios históricos y, en ocasiones, ponen al descubierto otros aún más intrigantes. Es lo que acaba de ocurrir con las muestras genéticas que un equipo de investigadores extrajeron de los restos congelados de 24 marinos que perecieron en el Ártico.

Todos ellos pertenecían a la legendaria expedición de John Franklin, que en el siglo XIX protagonizó uno de los mayores misterios de la historia de la exploración ártica. En 1845, el explorador británico partió con dos navíos, el Erebus y el Terror, para intentar encontrar en las aguas del Polo Norte un paso que comunicará el Océano Atlántico con el Pacífico. Pero nunca más se supo de ellos.

Se necesitó más de un siglo para que aparecieran los restos de uno de los navíos, el Erebus, lo que permitió reconstruir la trágica historia. Todo indica que los barcos quedaron atrapados en el hielo, y que los hombres que formaban la tripulación trataron de llegar a pie a algún lugar civilizado. Posteriormente fueron encontrándose restos de muchos de aquellos marinos, que demostraron que tuvieron que recurrir incluso al canibalismo para tratar de evitar su fatal desenlace.

Y, ahora, como hemos dicho, un equipo de investigadores del Nunavut’s Department of Culture and Heritage, en Canadá, logró extraer muestras de ADN de los esqueletos de 24 de aquellos tripulantes. Y lo que han descubierto ha sido un nuevo e inesperado misterio, ya que los resultados de los análisis genéticos revelanque, al menos cuatro de los cuerpos eran de mujeres. ¿Cómo puede eso ser posible si las tripulaciones estaban compuestas únicamente por varones?

Los investigadores barajan dos hipótesis. Que se trataran de mujeres inuits que se unieron a la expedición como guías o como esposas de algunos de sus miembros. Y, la segunda, que entre los marinos pudiera haber alguna mujer disfrazada de hombre.

Y si os interesa el tema no dejéis de leer nuestro reportaje El ADN está cambiado los libros de historia.

Fuente: LiveScience.

Vicente Fernández López