El científico todavía no ha tenido éxito a la hora de conseguir que células madre femeninas hagan lo mismo (convertirse en espermatozoides), pero es optimista. “Creo que, en principio, sería científicamente posible”, dice Nayernia. Según Carlos Simón, catedrático de la Universidad de Valencia y director del Banco de Líneas Celulares del Centro de Investigación valenciano Príncipe Felipe: “Estos experimentos suponen un potencial para la investigación en células ma­dre, y la base científica para entender la infertilidad y la creación de gametos. Siendo cuidadosos, es válido que exploremos esta vía como alternativa a la clonación, que a nadie le gusta. Debemos dar un paso más para conocer la variante epigenética que modula el ADN en esa producción de gametos. Será nuestro próximo reto”. Si la técnica se depurara, no sería descabellado que en un futuro próximo una pareja de lesbianas pudiera tener hijos biológicos con los óvulos de una de ellas y el esperma (fabricado) de la otra. Sería una descendencia exclusivamente femenina, ya que el cromosoma Y, responsable del feto masculino, solo puede proceder de esperma de varón.
Ya se ha patentado
Una forma de evitar esta dificultad sería añadir “cromosomas artificiales” que contuvieran genes del cromosoma Y, según sugiere Greg Aharonian, un popular analista de patentes de San Francisco. Sí, analista de patentes. Aharonian ha decidido patentar las tecnologías que permitirían llevar a cabo un embrión fruto de dos lesbianas o dos gays incluso antes de que se haya descubierto la manera, y no oculta que su objetivo es propiciar un debate: “Los homosexuales tienen derecho a conocer los adelantos en biología que podrían permitir tener padres del mismo sexo”, declara, y admite: “No me importan las susceptibilidades que se hieran con esta posibilidad, ni me molesta la polémica. Soy un follonero.”
Bebés con garantía
No obstante: “La descendencia resultante de la unión de estos espermatozoides (femeninos) con un óvulo de otra mujer no tendría por qué tener resultados biológicos negativos”, advierte Alfredo Martínez, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). “Aunque, si se fecundara un óvulo de la misma donante de la médula ósea, sí podrían manifestar enfermedades genéticas recesivas, al igual que sucede cuando los padres comparten lazos familiares muy cercanos”. Por su parte, María Dolores Vila-Coro, directora de la Cátedra de Bioética y Biojurídica de la UNESCO, tiene reservas de carácter ético: “El derecho a la identidad es el derecho a ser el fruto de su propio destino sin que se haya quebrado su trayectoria vital. A un ser humano generado únicamente por células de una mujer se le está privando de su dotación masculina, se le está discriminando”. También podría ocurrir con el sexo opuesto, ya que: “Las mismas técnicas de reprogramación celular podrían conseguir un óvulo obtenido a partir de células masculinas”, indica Carlos Simón. Lo cierto, según consideran los expertos, es que no está lejano el día en que se pueda conseguir un embrión humano perfectamente sano a partir de células somáticas. “Tal es el caso de la llamada clonación reproductiva”, explica Vila-Coro. “Sin embargo, muchos países –entre ellos, España– han considerado que estas técnicas son altamente peligrosas, por la manipulación de la especie humana que suponen, y las han declarado rechazables”. A pesar de ser escrupulosos en estos aspectos, en España la reproducción asistida ofrece un gran desarrollo en algunas de sus técnicas. Nuestro país destaca en el impulso y perfeccionamiento del diagnóstico preimplantacional. Con él se averiguan las posibles enfermedades genéticas de un embrión fecundado in vitro, antes de ser implantado en el vientre de su futura madre. Gracias a la selección embrionaria, el equipo de la clínica FIV Recoletos de Ciudad Real ha hecho posible, entre otros muchos logros, el nacimiento de gemelos sanos de un padre afectado por una enfermedad degenerativa asociada al cromosoma X.
El IVI (Instituto Valenciano de Infertilidad) ofrece uno de los mayores catálogos de prestaciones en diagnóstico preimplantacional de Europa para detectar las anomalías embrionarias en el laboratorio, cuya frecuencia ronda el 60% de los casos. Pero de entre todos, el caso más llamativo llega de fuera de nuestras fronteras, y riza el rizo de lo posible: necesitaron tres padres para un embrión sano.
El tripartito
También en la Universidad británica de Newcastle, un grupo de científicos ha conseguido crear un embrión con el material genético de dos mujeres y un hombre. En puridad, si ese niño hubiera llegado a nacer, habría tenido tres padres biológicos diferentes. Estos embriones se crearon por fertilización in vitro. Utilizaron ADN de un hombre y de dos mujeres. La razón para hacerlo así era que una de las mujeres tenía problemas en su ADN mitocondrial y querían conseguir que pudiera ser madre sin transmitir a su descendencia las enfermedades derivadas de dichos fallos mitocondriales.
El feto heredó ADN nuclear, o genes, de ambos padres, pero el ADN mitocondrial lo recibió de la tercera persona, sana. Hasta el momento, no deja de ser un experimento de laboratorio, y los embriones obtenidos se destruyeron una semana más tarde. El proceso, por muy enrevesado que nos parezca, y tal y como apunta Patrick Chinnery, uno de los autores del trabajo: “Aporta a muchas familias un poco de esperanza”. Se calcula que uno de cada 5.000 niños padece trastornos mitocondriales, que afectan sobre todo al hígado, al corazón y al cerebro.
Para los científicos, esta técnica supone un hito en el tratamiento y prevención de las 50 enfermedades conocidas que puede transmitir una madre con esta tara genética; entre ellas, distrofia muscular, accidentes cerebrovasculares, sordera y algunas formas de epilepsia. Ahora, uno de los próximos desafíos será evitar la destrucción de embriones. Para Carlos Simón fue decisiva la investigación de tres equipos de Harvard, Cambridge y Japón, que hallaron el modo de producir el equivalente a células madre embrionarias en ratones. El Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia intenta reproducir el protocolo en la especie humana. Y todo esto, sin perder de vista opiniones como la de Alfredo Martínez: “Un principio básico de bioética es que los fines no justifican los medios. De forma que, en cada caso, habrá que estudiar hasta qué punto la manipulación de los embriones humanos, que son personas desde el momento de la fecundación, se puede justificar o no”.

Marian Benito/Peter Aldhous, New Scientist

Redacción QUO