Poseer la última joya en tecnología que sale al mercado puede producir en algunas personas una mezcla de placer y de culpabilidad. Placer por saber que se está a la última en lo que a tendencias se refiere. Y culpabilidad por gastar un montón de dinero en una novedad cuando aún no se ha amortizado el anterior cacharro.

¿Y cómo se soluciona ese dilema? Pues rompiendo o perdiendo nuestro smartphone por “accidente”. Así ya tenemos una excusa para comprarnos el nuevo.

Al menos así lo revela un estudio realizado por especialista en marketing de la Columbia Business School, que demuestra que el pico máximo de roturas y pérdidas de teléfonos inteligentes coincide habitualmente con el lanzamiento de un nuevo modelo.

Según los autores del informe es un mecanismo que utilizamos para engañarnos a nosotros mismos, y así poder pensar que estamos gastando dinero por necesidad en vez de derrochándolo en un simple capricho.

Fuente: http://journals.ama.org/doi/abs/10.1509/jmr.15.0131?code=amma-site

Vicente Fernández López