“Tengo que presentarte a un amigo/a”, así comienzan las frases de muchos representantes de Cupido en la Tierra. La respuesta más habitual es una pregunta: “¿Es de buen ver?” . Cuando el o la celestina responde que “es muy simpático”, todos sabemos que lo que esconde esa afirmación es que es feo. Y. aún así, todos necesitamos un amigo/a feo. Mejor dicho, todo grupo necesita un miembro feo, porque para qué negarlo, más de uno de nosotros es el amigo feo de algún grupo. O de todos.

De acuerdo con un estudio realizado por Nicholas Furl, de la Universidad Royal Holloway de Londres, contar con un miembro menos agraciado en un grupo, hace que los demás parezcan más guapos. De hecho, cuanto menos agradable a la vista, mejor. “Cuanto menos atractivo sea el distractor – explica el estudio –, más se manifiesta la preferencia por el otro, lo que sugiere que esta división, influye en las evaluaciones sociales. De hecho, el otro no tiene que ser necesariamente guapo, basta que el distractor sea más feo. Esta nueva aplicación a la evaluación social de una teoría clásica, abre posibilidades para predecir las decisiones sociales en contextos como la publicidad o en las citas”.

Para llegar a estas conclusiones, Furl solicitó a los voluntarios que manifestaran su preferencia por dos personas diferentes a partir de imágenes de sus rostros. En declaraciones a The Guardian, el experto explicó que “descubrimos que la presencia de alguien que distraiga la atención hace más obvias las diferencias entre personas atractivas y aquellas no tanto, lo que hace que sean más extremas en sus juicios”.

Juan Scaliter