Llegamos dopados. Ya antes del parto: “El feto se ve invadido por todas las hormonas que se activan en una situación de estrés”, afirma la neonatóloga Carmen Pallás. La adrenalina y la noradrenalina le protegen de una falta de oxígeno, y le ayudan a expulsar el resto de líquido amniótico de sus vías respiratorias y a tomar aire por primera vez. Además de mantenerle en una actitud de alerta e incitarle a abrir muchísimo unos ojos que fascinarán a la madre.
El subidón de endorfinas favorece la sensación de dependencia con la progenitora, actúa como analgésico natural (que vendrá de perlas en el viaje desde el útero), y provoca euforia y placer. La oxitocina, considerada la hormona del amor, aplaca el estrés e inspira cariño.

Redacción QUO