Los personajes de Peter Pan pueden enseñar mucho sobre su autor. La doctora Rosalind Ridley, investigadora en el Newnham College, ha asegurado que el creador de Peter Pan no solo se introdujo a sí mismo en su propia obra, sino que la utilizó a modo de autoanálisis.

Rindley explica que hay un momento en la obra Peter Pan in Kensington Gardens donde J M Barrie describe un momento en el que una niña le da un pañuelo al protagonista de la obra popular, pero éste no sabe qué hacer con él. Ella, en cambio, espera que haga algo que no acierta a adivinar. En este momento aparece un elemento fundamental en el desarrollo psicológico. Cuando entendemos que nuestros pensamientos, creencias y sentimientos no son los mismos que los del otro, pasamos a un estadio nuevo en las relaciones humanas. Las personas lo aprendemos a la edad de tres y cuatro años.

En el estudio titulado Peter Pan and the Mind of J M Barrie: An Exploration of Cognition and Consciousness, Ridley explica que posiblemente Barrie tuviera un conocimiento especial de la realidad, es decir, una mirada que nunca había salido de su niñez. A lo largo de su carrera investigadora, la autora ha aprendido muchos datos sobre condiciones neurológicas que encuentra reflejadas en el libro.

Ridley pretende, principalmente, explicar cómo Barrie se sumergió en la complejidad de la mente humana en sus escritos. Peter Pan y Wendy se estrenó por primera vez en 1904, momento en el que se encontraba en auge el estudio del psicoanálisis. La presencia de elementos del subconsciente es lo que encuentra fascinante en Peter Pan. El mismo Barrie definía muchas ideas sin sentido (un niño que vuela, un perro que se convierte en pantera o un cocodrilo que se ha tragado un reloj) como elementos denominados whimsicalities, una palabra que vienede whimsy (caprichoso).

La vida singular de Barrie

Con estas ideas Barrie pretendía explorar su propia mente y al mismo tiempo expiar el dolor de su infancia. Cuando era pequeño murió su hermano mayor. Pasó su infancia ignorado por su padre, a quien no le gustaban los niños; y su madre, que nunca pudo reponerse de la pérdida de su hijo favorito. Según apunta, lo crearía para “dar sentido a sus propias dificultades emocionales, investigar la frontera entre los hechos y la imaginación y poner al descubierto experiencias de la infancia”.

El autor veía a los niños como seres en desarrollo que necesitan disciplina y estímulos para transformarse en adultos sensibles, pero pensaba que el sistema educativo era dañino. Él escribió los libros de Peter Pan para entretener a cinco niños que conoció en Kensington (Londres). La naturaleza de su relación con ellos es controvertida. Ridley sostiene que en realidad, se veía más joven que los propios niños.

La autora considera su trágica infancia un motor para su creatividad. “Él aprendió de la preocupación de su madre que las cosas que no existen físicamente pueden ser más importantes en la mente que las que existen”, sostiene. Es por ello por lo que quizá él mismo nunca abandonó el mundo imaginario que durante buena parte de la infancia se da por real.

Redacción QUO