Los ‘respiraderos’ y los espacios de descanso de las ciudades, a pesar de su carácter gratuito, no están al alcance de todo el mundo. Su presencia revaloriza las viviendas que existen a su alrededor, lo que finalmente deja fal margen a quienes no pueden permitírselas. Así lo ha explicado un estudio llevado a cabo por el Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de la Universitat de Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB).

“Nuestra hipótesis es que las ciudades más verdes se vuelven más desigualitarias e injustas”, explica Isabelle Anguelovski, coordinadora de del proyecto principal, denominado Greenlulus (Green Locally Unwanted Land Uses). Éste cuenta con apoyo financiero de la Unión Europea y pretente comparar la situación de 20 urbes de Europa y otras 20 en Estados Unidos. Su finalidad: elaborar un ranking de las ciudades más justas.

El proceso de gentrificación verde es el alma de este estudio, titulado Evaluando los impactos de la gentrificación ambiental en los barrios históricamente vulnerables de Barcelona. Éste descansa sobre un pilar: las clases económicas. Primero aparece un parque en un barrio de personas con bajos ingresos. Los hogares, ahora potenciados con jardines, bancos, fuentes y explanadas de césped, se vuelven más atractivos. Como consecuencia, los propietarios se replantean su precio y aumentan el precio del alquiler. Finalmente, quienes no pueden permitírselo pasan a zonas con una calidad de vida más baja y menos atractivos.

“Hay que mejorar la calidad ambiental de los barrios, verdificarlos, pero no a cualquier precio”, insiste Anguelovski. Según explica, son necesarias políticas para regular la especulación mobiliaria, la promoción de viviendas sociales, la extinción de licencias de alquiler a corto plazo y fomentar la vida en común de los vecinos.

Los nórdicos, los más abundantes

Sant Adreu, Sant Martí, Nou Barris, Ciutat Bella y Horta-Guinardo fueron los cinco distritos barceloneses donde posaron la lupa los investigadores. Se centraron, principalmente, en la evolución del perfil socioeconómico de las personas que vivían cerca de 18 parques y jardines de la ciudad.

¿En qué y en quiénes se centraron? Cuatro indicadores principales: cinco sociológicos (inquilinos con título universitario, inmigrantes no comunitarios, inmigrantes de países del norte y mayores de 65 años) y dos económicos (la renta de los habitantes y la evolución en el valor de la vivienda).

Los parques de Poblenou y Nova Icària fueron dos ejemplos de gentrificación verde. En la primera, los vecinos con una licenciatura mínimo vivían a menos de 100 metros de una zona verde. Recientemente, habían aumentado en un 689%. Otros como Olimpic, Carlos I, o Cascades también habían experimentado este incremento.

Uno de los aumentos más extraordinarios fue el de personas de países del norte de Europa. Solo Poblenou llegó a vivir cerca de un 3.791% más de población. Como contrapartida, las barriadas más estigmatizadas se llenaron de familias más vulnerables que no podían permitirse los aumentos en el precio de alquiler y la calidad de vida.

Redacción QUO