La percepción del poder, el dominio y la agresividad en el aspecto son elementos que, según diversos estudios, garantizan el éxito de las empresas. Sin embargo, en el caso de los directivos de las ONG, una apariencia de supervillano puede ser tóxica para el alcance de objetivos.

Según un estudio encabezado por Daniel Re, investigador de la Universidad de Toronto, tener un rostro amable resulta ventajoso para las empresas benéficas sin ánimo de lucro. “Los resultados son realmente mucho más dramáticos de lo que habría imaginado”, observa Ret.

Para llegar a su hallazgo, los investigadores mostraron a un grupo de 169 participantes fotografías de los directores generales de ONG con más ingresos de la lista que elaboró Forbes en los años 2009, 2010 y 2011. Los encuestados debían responder si les encontraban atractivos, felices, simpáticos o si les inspiraban confianza, así como señalar si percibían rasgos de liderazgo o madurez.

Tras agrupar las características, el equipo de Re englobó el dominio y la madurez facial en una categoría denominada “poder”, mientras que etiquetaron los rasgos de confianza y simpatía en “calor”. Finalmente, sometieron esta clasificación a una prueba más: comprobar quién recaudaba más dinero y establecer así qué apariencia encerraba un mayor éxito.

Como resultado, descubrieron que tener apariencia de ‘osito de peluche’ resultaba mucho más ventajoso que un aspecto de ‘tiburón’. “Estudios anteriores han demostrado que los directivos dominantes parecen triunfar cuando se trata de generar riqueza. Sin embargo, en las ONG encontramos todo lo contrario”, explica Re.

Según aclaran los autores, aunque siempre es conveniente medir el contexto de cada empresa y organización, sí que parece haber una relación entre la apariencia facial y el éxito del liderazgo.

Redacción QUO