Se había anunciado a bombo y platillo, y se esperaba una revolución similar a la de la Viagra, pero finalmente todo se fue al cuerno: el Pt 141 (bremelanotide), el inhalador que iba a conseguir activar el deseo sexual femenino –poco menos que unos chutecillos en la nariz… y al catre–, no llegará a las farmacias, ya que se ha demostrado que puede provocar hipertensión arterial. Pero es que, asegura Francisco Cabello: “La industria farmacéutica se está equivocando completamente en el estudio de los fármacos aplicados a la sexualidad femenina; pretenden aumentar el deseo, pero en realidad, para lo que sirven es para aumentar la excitabilidad”. Dicho un poco a lo bruto, el deseo está en el cerebro, y la excitación en los genitales.

Redacción QUO