Los padres celebramos con notoria algarabía la primera sonrisa de los más pequeños de la casa. Sin darnos cuenta que puede que no seamos nosotros quienes la provocamos, sino son ellos los que buscan hacernos reír a nosotros.
Entre los 8 y los 12 meses de edad los bebés utilizan gestos y vocalizaciones para conseguir cosas: mimos, alimento, dormir, etc. Pero antes de esta etapa, recurren a la sonrisa para lograr lo que quieren. Investigadores de las universidades de Olin, Miami y San Diego han publicado un estudio en el que demuestran esta práctica. se propusieron averiguar si estas sonrisas tienen algún propósito.
El estudio se realizó en dos partes. En la primera, los expertos llevaron a cabo una estadística de la relación de 13 bebés (entre 4 y 17 semanas) con sus madres. Y lo que descubrieron fue que mientras ellas están interesadas en compartir una sonrisa, lo que les interesa a los pequeños es provocarla. Y, por si fuera poco, sabían exactamente el modo de conseguir sonrisas más duraderas: se ríen en el momento preciso en el que van a causar una risa aún mayor. De acuerdo a los científicos 11 de los 13 bebés dominaban esta técnica
Desafortunadamente el estudio no incluye datos de padres.
La segunda parte del estudio no precisó ni de madres o bebés. Se convocó a 32 estudiantes universitarios que se “enfrentaron” a un robot (llamado Diego San, por formar parte de la Universidad de San Diego) al que se programó para reproducir la estrategia de sonrisas de los bebés. Y el resultado fue exactamente el mismo, la sonrisa de los estudiantes duraba más que la del robot. La conclusión es obvia: antes de los cuatro meses de vida, aprendemos a manipular a los adultos para conseguir un objetivo, o traducido al conocimiento popular, el que ríe último ríe mejor.

Juan Scaliter