Para demostrar lo endémica que es la práctica de prebendas, robos y abuso de poder por parte de los diferentes poderes en una sociedad, la Organización Anti-Corrupción de Tailandia (ACT por sus siglas en inglés) ha inaugurado recientemente en Bangkok el Museo Tailandés de la Corrupción. En la ceremonia de apertura estuvo presente el primer ministro Prayut Chan-o-cha.
El museo cuenta con diez esculturas que representan la decena de casos más sonados en los medios locales y que por ahora se exhiben en el Centro Cultural y de Arte de la capital tailandesa y se llevarán al museo el 27 de septiembre.

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El secretario general de la ACT, Mana Nimitmongkol, aseguró que la iniciativa se basa en la percepción de la mayoría de los tailandeses de que los corruptos solo tienen una preocupación: no ser pillados. “Con este museo queremos que la gente sepa que la corrupción puede ser enfocada desde varios ángulos y que quienes delinquen ocupando un puesto de responsabilidad social, serán recordados para siempre por estos hechos”.

Las esculturas tienen una pequeña etiqueta que menciona el caso que describe, pero también tienen mensajes ocultos. Una de ellas, por ejemplo, muestra a dos ejecutivos, que sobornaron para hacerse con el control del Festival de Cine de Bangkok, y una mujer sobre una tortuga, que simboliza la lentitud de la justicia.

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Por ahora se trata de una iniciativa exclusivamente de Tailandia. Quizás porque exportar la idea a otros países precisaría de enormes edificios que describieran cada caso de corrupción.

Juan Scaliter