La última película de Andrew Haigh, «45 years«, ha provocado que más de un espectador se revuelva incómodo en su butaca ¿la razón? Una escena de sexo entre dos personas a punto de alcanzar los 70 años de edad.

Pongámonos en situación. El argumento del film se basa en la celebración del 45 aniversario de una pareja de jubilados que, poco antes de celebrar su fiesta, se ve marcado por un suceso del pasado: el primer amor de él, que reaparece en su vida como un fantasma. Y nunca mejor dicho. Su vieja amiga y compañera murió hace 50 años en un accidente de montaña. En esos días, él recibe la noticia de que su cuerpo ha sido encontrado entre el hielo de un glaciar suizo.

Durante la historia que nos narra Haigh se muestra una realidad y no los estereotipos de personas mayores acartonados y sin gracia que nos suele mostrar Hollywood. Ríen, cantan, leen juntos pero también hacen el amor. En un brillante artículo publicado en BBC, Emma Jones se pregunta la razón de que seamos tan mojigatos y tengamos la mente tan cerrada.

Según su director, esta escena «es fundamental para la película. Pero ha sido divertido ver en silencio cómo el público se siente incómodo en el momento que comprueban que cuando Charlotte Kate cierra la puerta de su habitación, no es el final de la escena. Seguimos. Y es que, que pensemos que a medida que envejecemos ya no tenemos sentimientos sexuales, se me antoja muy triste».

Para muchos esta escena de 45 years es una anomalía, ya que cuando se trata de los hábitos que tienen en el dormitorio personas que están en la fase de senectud, los cineastas tienden a dejar la puerta cerrada. Las personas sexagenarias pueden ser mayores, pero eso no las convierte en estúpidas. Tampoco en personas que carezcan de sentimientos o deseo sexual. Son nuestras mentes cerradas las que prefieren estereotiparles y hacerles ver que su única función en la vida a esas alturas es llevar a sus nietos al colegio, contar historias de la guerra o echar una partida al mus en el hogar del jubilado.

45 years es una película maravillosa y muestra a esta pareja de personas mayores como interesantes, comprometidas con el mundo, con una vida social activa, por lo que es evidente deducir que también son sexualmente activos. La escena de sexo incluida en el film es realista y brillante, no es falsa. Vemos el cuerpo envejecido de Tom Courtenay en calzoncillos, una cuestión que no se ha realizado para provocar risas, algo que es crucial entender, ya que las relaciones sexuales entre personas mayores no deben ser tomadas a broma.

Andrew Haigh cree saber por qué nos incomoda tanto esta situación. «La visión deformada que tenemos de esta realidad viene de cuando somos muy pequeños. Las primeras personas mayores con las que tenemos contacto son nuestros abuelos y, evidentemente, no hablamos con ellos de sexo. Por ello, no entendemos que ellos sientan aún la necesidad o mantengan encendida la llama del deseo».

La doctora y sexóloga Rebecca Jones confirma que la deducción de Haigh está en buen camino. Ella lo describe como una «falla psicológica, que se produce al asociar la situación con que nuestros padres o abuelos puedan tener sexo. Hacemos esta asociación mental y es lo que nos echa para atrás». En fin, que una vez más, todo son prejuicios.

Fuente: bbc.com

Redacción QUO