Estas preciosas setas son recurrentes en las ilustraciones de los cuentos para los más pequeños: preciosas, con un tono rojo brillante y copitos blancos. Pero bajo su dulce apariencia angélical se halla un oscuro secreto: son tóxicas y psicoactivas.

Su nombre es Amanita muscaria, aunque también se la conoce como falsa oronja o matamoscas, a consecuencia de que atrae a los insectos y los paraliza temporalmente. Si bien las moscas no han aprendido la lección, si puedes enseñársela a tu hijo si alguna vez os topáis con ella por el bosque. Suele encontrarse en verano y otoño bajo abetos, hayas, pinos negros o abedules. Si bien que nosotros las consumamos no tiene un final tan trágico como el de las moscas, no deja de ser un hongo alucinógeno, ya que contiene muscimol. Es un componente psicoactivo que estimula los receptores GABA, especialmente activo en el cerebro, corteza cerebral y en el hipocampo.

Su consumo puede producir un estado hipnótico, alucinaciones, delirios, irritabilidad, depresión del sistema nervioso e incluso el coma. Algunos consumidores conocidos de esta seta son Alicia en el País de las Maravillas, los pescadores escoceses, que antiguamente la usaban para dotarse de mayor resistencia e incluso el origen de la leyenda de Santa Klaus, ya que cuando los curanderos de Sibería ingerían esta sustancia en sus rituales hacían cosas muy raras, incluido subir a los tejados donde estaban las salidas de humo de las cabañas siberianas. Posteriormente se les atribuyó la leyenda de que podían volar con sus renos, que consumían, supuestamente, este tipo de setas.

*Publicado en nuestra sección de papel Quonectados.

Redacción QUO