Los restos de un naufragio de la antiguedad nunca revelan todos sus secretos de una sola vez. Y eso es lo que ocurre con uno de los pecios más famosos del mundo, el del Anticitera, un barco griego que se hundió alrededor del años 60 adC. Fue descubierto en 1901 por un pescador de esponjas, y el comandante Jacques Cousteau fue el primero en estudiar dichos restos en 1953. Desde entonces, numerosas expediciones han recuperado el testigo.

Ahora las autoridades griegas han renovado la autorización a un equipo internacional para seguir estudiando el célebre precio. El llamado Proyecto Retorno al Ancitera, culminó la primera fase de su investigación en octubre de 2014. Ahora, los arqueólogos del Woods Hole Oceanographic Institution (WHOI) de Massachusetts, quieren estudiar las evidencias que sugieren que la nave se partió en dos antes de irse a pique, lo que indica que pueden existir fragmentos del barco dispersos por el fondo marino que todavía no se han encontrado. Los trabajos durarán aproximadamente cinco años.

La fama del pecio del Anticitera se debe, entre otras razones, a que entre sus restos se encontró un curioso artilugio que algunos consideran como el antecedente de los actuales ordenadores. Se trata de un mecanismo del que se recuperó mas de 30 engranajes de bronce y permite cálculos matemáticos, mecánicos y astronómicos de gran complejidad, aptos para calcular la posición de planetas, la fecha de los eclipses o la de los juegos olímpicos de la época. Y todo ello fabricado en el siglo I a.C. Pero, aparte de este curioso mecanismo, se han encontrado otros 380 objetos entre monedas, vasijas y restos de estatuas.

Redacción QUO